Pese a que la última ley educativa incluye la educación sexual en todas las etapas, la escasa formación de los docentes, la ausencia de una asignatura y el tabú de muchos padres hacia estos contenidos hace que se imparta de modo muy heterogéneo y deja vía libre a internet y la pornografía, el peor modelo posible.
Con motivo del Día Europeo de la Educación Sexual, la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, Francisca Molero, y la responsable de políticas de infancia de Save the Children, Carmela del Moral, destacan la importancia de haber implantado en su día una asignatura específica ya que se corre el riesgo de que la materia acabe diluyéndose por su transversalidad.
Más del 50% de los menores de entre 14 y 17 años consumen porno en internet y la incidencia de infecciones de transmisión sexual se ha duplicado entre los adolescentes, han advertido los pediatras con ocasión de esta celebración europea.
En la escuela, explica a EFE Carmela del Moral, no está claro el impacto de la Ley Celaá o Lomloe, que entró en vigor hace ahora un año, ni cómo se está preparando a los profesores. Lo que sí es una certeza es que «no lo podemos dejar en manos de internet y la pornografía, porque entonces estamos abocados a relaciones irreales, desiguales».
Los nuevos currículos de enseñanza -de momento el Gobierno solo ha aprobado el de Educación Infantil y Primaria- hacen hincapié en la educación psico-emocional de niños y jóvenes, no limitada a la parte biológica o sanitaria.
Según del Moral es esencial trabajar en las relaciones afectivas, «entender el sexo más allá del mero coito y sus consecuencias; no decimos que no tengamos que enseñar sobre las enfermedades sexuales o la prevención de embarazos no deseados pero no pueden ser las únicas cuestiones».
Hoy, destaca, «los chavales están aprendiendo la sexualidad a través de la pornografía que es lo contrario al afecto. En el porno las relaciones son desiguales, machistas».
De algún modo, continua, «en las relaciones románticas les está educando Disney y las series de adolescentes y en el sexo, la pornografía. Esto lleva a unos estereotipos, un deseo de un tipo de relaciones que son tóxicas y tiene consecuencias. La cultura popular ha hecho deseable un tipo de masculinidad que puede acabar en violencia».
De ahí la importancia, que los chicos tengan otros modelos de masculinidad. «Si lo más atractivo para una chica sigue siendo el chico malo que la trata mal, pues ninguno querrá ser un chico bueno porque quieren gustar. Al final es un círculo vicioso en el que todos pierden, ellas como víctimas y ellos guiándose por masculinidades muy constreñidas que niegan la capacidad de emoción, de empatía…».
Por otro lado, opina que hay que seguir haciendo pedagogía con las familias para «quitar miedos» y comprendan qué implica la educación sexual que es, sobre todo, dar herramientas a los pequeños, por ejemplo, para identificar algo tan grave como son los abusos.
En cuanto a los profesores afirma que muchas veces no se les da tiempo, formación ni recursos y reclama «una estandarización de competencias básicas» que puedan adquirir.
Francisca Molero, que preside la Federación Española de Sociedades de Sexología, recalca que en España ha habido una «educación sexual muy sesgada» y heterogénea, dependiendo de la comunidad autónoma.
Tras recordar que la educación sexual integral es el conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes que deben darse en función de cada momento vital, Molero subraya que su única intención es conseguir que las personas tomen sus decisiones de manera informada y en libertad.
«Después de tantos años e iniciativas, habría sido necesaria una asignatura específica porque nos preocupa que la transversalidad diluya los contenidos y no haya profesionales en el centro educativo que se responsabilice del tema», añade Molero.
Con el desarrollo de la Lomloe «se hablaba de que los centros debían tener programas específicos y tutores, y lo tienen pero nos preocupa que no se haga un seguimiento y se evalúen esos programas de como se aplican».
También demanda que en la carrera universitaria, los futuros maestros y profesores reciban una formación básica en educación sexual y, en cuanto a los padres, opina que «muchas veces» no es que no quieran trabajar estos temas, sino que no se sienten capacitados para ello por lo que es partidaria de generalizar las escuelas de padres donde acercarse a estas cuestiones.
En este contexto, expresa su convicción de que no es una es una cuestión de color ni de ideología política. «Es un derecho, si tenemos la información adecuada, un aprendizaje en derechos y respeto podemos decidir qué y cómo lo queremos y eso no puede estar en contra de ninguna ideología». EFE
msr/edr
Marina Segura Ramos