El concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata, juzgado por el tuit que publicó sobre Irene Villa en 2011, ha asegurado que nunca ha justificado el terrorismo, ha reiterado que su mensaje se enmarcó en un debate en la red sobre los límites del humor negro y ha dicho que «era un chiste que oía de niño, no me lo inventé y puede no ser gracioso».
«Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcàsser para que no vaya Irene Villa a por repuestos», escribió en su día Zapata, para quien la asociación Dignidad y Justicia pide un año y ocho meses de cárcel por un delito de humillación a las víctimas, en tanto que la Fiscalía y la defensa solicitan su absolución.
¿Dónde está la gracia?, le ha preguntado el fiscal. Un chiste puede ser una mezcla de «angustia e hilaridad» y como «mecanismo de defensa se produce el humor», le ha respondido Zapata, que ha explicado que se trataba de un chiste que oía de pequeño en su barrio, quizá por la proximidad al lugar del atentado en el que Irene Villa perdió las dos piernas.
Porque, según ha manifestado, en ningún momento pretendió que la frase tuviera gracia, sino que la escribió para que sirviera a ese debate abierto en la red.
Tras varios sobreseimientos de la causa, Zapata se ha sentado en el banquillo de los acusados en una sala a la que han acudido víctimas del terrorismo, que han escuchado del concejal que en ningún momento quiso ofenderlas con el tuit que escribió en 2011.
De hecho, ha aseverado que siempre ha mantenido la misma actitud de respeto hacia las víctimas, aunque ha reconocido que no es lo mismo en abstracto que cuando ya se ha estado en contacto directo con alguna de ellas.
Al final del juicio, que ha quedado visto para sentencia, Zapata ha hecho uso de su derecho a la última palabra para resaltar que participó en las movilizaciones de protesta por los asesinatos a manos de ETA del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco y el que fuera presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente.
Zapata, como también han manifestado algunos testigos interrogados en la vista, ha enmarcado su tuit, así como el que escribió sobre los judíos -«¿Cómo meterías a 5 millones de judíos en un seiscientos?, en un cenicero»-, en un debate que se produjo en las redes sociales y en otros medios sobre las consecuencias del humor negro y los límites de la libertad de expresión.
Un debate que se extendió durante un buen número de semanas a cuenta de que el director de cine Ignacio Vigalondo fuera despedido del diario El País también por un tuit referido al holocausto, que escribió para reflexionar sobre la cultura de la fama.
Y aunque el chiste lo colgó en 2011, no fue hasta 2015, año en el que fue elegido concejal de consistorio madrileño, cuando se abrió la polémica por esa frase, que hasta ese momento había pasado desapercibida e, incluso, no había tenido interacciones en la red social ni reacciones, ha subrayado el acusado.
Ha explicado que, además, no citó explícitamente a Irene Villa con la intención de que lo recibiera. «El chiste era así», ha continuado Zapata, quien tras la polémica pidió disculpas a esta víctima del terrorismo, que ha dicho en alguna ocasión que ni se sintió ofendida.
A preguntas de las partes, Zapata ha negado que con los tuits quisiera hacer una llamada a la violencia, como tampoco expresar una connivencia con el terrorismo o el antisemitismo. «Para nada», ha apostillado antes de reconocer que sí tenía conocimiento de lo que le había ocurrido a Irene Villa.
En el momento en el que el tuit generó un dolor que él no quiso provocar, Zapata decidió asumir responsabilidades y dimitió como responsable del área de Cultura del Ayuntamiento, ha explicado.
Como también que fue él quien organizó un homenaje a tres policías fallecidos en un atentado. Un acto que se iba a celebrar después de haber surgido la polémica, por lo que habló con las tres viudas por si querían que no asistiera. Una de ellas, le pidió que no, lo que Zapata entendió.
Aunque no fue al acto, sí recibió una carta del presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo de agradecimiento por la organización.
Tanto dos testigos como el director de cine Vigalondo han testificado en la vista y han asegurado que nunca escucharon de boca de Zapata nada ofensivo contra las víctimas.
A una de ellas se le ha podido escuchar en la sala un sonoro «yo sí lo creo» cuando el defensor de Zapata ha dicho que nadie creía que el concejal había ofendido a las víctimas con el tuit.
El tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, ha desestimado las cuestiones previas planteadas por la defensa, que consideraba que no era la Audiencia Nacional sino los tribunales ordinarios de lo Penal los competentes para juzgar este asunto, que ha quedado visto para sentencia.
EFE