Las multitudinarias fiestas del Orgullo gay de este año han sido el estreno de los polémicos urinarios públicos que ha instalado el Ayuntamiento de Madrid. Se trata de un modelo que ya está en uso en Amsterdam, pero con alguna diferencia, tanto en su tamaño (son más pequeños los madrileños) como en su instalación. Los holandeses disponen algunos de ellos colocados a la red de alcantarillado, mientras que en la capital de España se ha decidido que dispongan de un depósito en el que almacenar el orín del público. El problema es que estos depósitos ya están repletos, según las denuncias ciudadanas que ya aparecen en las redes sociales. Además, se trata de un modelo de mingitorio solo para hombres. Las mujeres, en esta imprescindible faceta de la celebración LGTBI, excluidas.
«Madrid huele a meados», se puede leer en Twitter. Se calcula que la ciudad ha recibido este año cerca de dos millones de visitantes atraídos por las fiestas del Orgullo Gay, que este año han sido elegidas como World Pride, la celebración a escala mundial. A pesar de que se sabía que así iba a ser hace más de un año, el Ayuntamiento de Madrid se ha visto desbordado. No solo los problemas de seguridad que han llevado a CCOO a pedir la dimisión del concejal de Seguridad, Barbero, sino literalmente sus urinarios.
Estos urinarios se caracterizan por la falta absoluta de intimidad parea el usuario, que no dispone de puerta ni obstáculo visual alguno para cuando los utiliza. Esto también ha provocado quejas entre los vecinos de Madrid.
Los urinarios públicos son una de las ideas con que Ahora Madrid, la marca blanca de Podemos, aterrizó en el Ayuntamiento. Su queja es que solo había 32 urinarios públicos en una ciudad de 3,16 millones de habitantes. Los primeros aparecieron en Atocha hace casi un año, pero un modelo mucho más discreto y para hombres y mujeres.
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