La Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha acordado el sobreseimiento provisional de la causa que fue abierta contra el exjuez Elpidio Silva por supuestos delitos de infidelidad en la custodia de documentos y revelación de secretos por la filtración de los correos electrónicos del expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa.
La Sala ha estimado el recurso de apelación que fue presentado por la defensa del imputado contra el auto de la instructora Susana Polo que acordaba transformar las actuaciones en procedimiento abreviado, trámite equivalente al procesamiento, contra el juez que envió a Blesa en dos ocasiones a la cárcel.
En un auto, dictado el pasado 9 de julio, los magistrados José de la Mata, Eduardo Gutiérrez e Ignacio José Fernández Soto reconocen que había «algo más que sospechas o conjeturas» sobre la autoría de Silva para investigarle y que es «incuestionable que a día de hoy es la única persona sobre la que se han vertido indicios de estar detrás de la divulgación pública del contenido de correos con conversaciones privadas que estaban sujetos a secreto sumarial».
Sin embargo, afirman que solo hubo dos testigos que le atribuyeron la filtración y que sus testimonios no tienen la suficiente «calidad» ni el «grado de racionalidad» preciso como para soportar la acusación sin haber más elementos que enerven su presunción de inocencia.
Se trata de dos mujeres que mantuvieron sendas relaciones sentimentales con Elpidio Silva y que se conocieron en 'Twitter' tras sospechar que el imputado les era infiel. Los jueces afirman que ambas dieron una «versión similar» sobre cómo el entonces instructor del 'caso Blesa' se jactaba de conservar los emails en un pendrive y «tener el caso en una habitación de color verde». «Sin embargo, no comprobaron la realidad de tales afirmaciones, que el juez tuviera los datos en dicho soporte y que tuviera guardada copia de la causa en el domicilio», añade el auto.
Los jueces ven resentimiento y animadversión en una testigo
Los magistrados creen que en la declaración de una de las mujeres, a la que se reconoció su condición de testigo protegido, concurren «importantes móviles de resentimiento y animadversión que afectan a la credibilidad del testimonio».
Esta manifestó que el imputado la sometió a «vejaciones» y le acusó de ser «una enviada de Blesa que quería matarle porque no fue a comprarle una medicina para la tensión». Añadió que Silva era partidario de «empezar a poner bombas» y presumía de «haber matado gente en la guerrilla colombiana cuando tenía 17 años y que tenía un teléfono secreto» para hablar con «altos dirigentes de países como Venezuela».
Para los magistrados, sus manifestaciones son de «dudosa credibilidad» y es además «extraño» que fuera testigo «privilegiado» de unas supuestas reuniones en las que Silva hablaba de la entrega de los correos a cambio de dinero cuando ambos mantenían una relación «conflictiva».
La segunda testigo relató que Silva le dijo que guardaba una copia de los emails, le mostró una habitación verde «llena de papeles» en su casa y le manifestó que «estuvo en la guerrilla porque se marchó con 18 años tras discutir con sus padres». Los magistrados entienden que su testimonio no ofrece «datos útiles» sobre la culpabilidad del acusado y que su referencia a la magia negra que practica el acusado «revela un carácter crédulo y sugestionable».