Ya en la civilización griega, había recogido en Homero en La Odisea, cómo los griegos construyeron un caballo gigante de madera (Caballo de Troya) para derrotar por fin a los troyanos. Es así que el engaño, ya desde las civilizaciones antigüas, es uno de los conceptos más ligados a la historia de la humanidad.
Los estafadores preparan sus actuaciones “golpes”, al estudiar y adelantarse a los posibles comportamientos de la víctima para no ser descubiertos. Su perfil, responde a individuos simpáticos, extrovertidos, habilidad para convencer a los demás, buen aspecto que da cierta confianza, suele ser buen observador, etc., pues han de convencer a su víctima con su diálogo y forma de actuar. En realidad, el estafador es un delincuente-actor, muchos de ellos con rasgos psicopáticos.
Particular interés tienen los timos. El autor es un actor consumado que suele elegir como víctima a personas de edad avanzada, bajo nivel cultural o de una avaricia desmedida. Existen más de 150 modalidad de timos, siendo los más conocidos el “tocomocho” y la “estampita”,… que, curiosamente se siguen cometiendo a diario, denunciándose en pocas ocasiones.
Otros timos conocidos son el del pariente, el “stradivarius”, el del inspector del gas, el de los “cubiletes” (trileros), el de las cartas nigerianas, la radiografía (clisé o negativo), el “ripdeal” (transacción corrupta), etc. Modalidades de estafas que siguen dando alto rendimiento a los amigos de lo ajeno, pese a que han sido retratados en decenas de películas y que hay una gran cantidad de información en los medios de comunicación y en las redes sociales, pues todavía hoy, en plena era digital, hay personas, en su mayoría de edad avanzada, que caen en las redes de estos estafadores sin escrúpulos. Seguidamente citamos el modus operandi, de alguno de éstos:
Timo de la estampita
El “filo” o “tonto” se dirige a una víctima (“primo”, “julai”) y entabla una conversación, mostrándole un billete bueno de cierto valor, tratando que el primo se interese por él. Si no muestra interés tratará de convencerlo,… “que lo va tirar, es para él una “estampita”, que tiene muchas estampitas”…Se acerca el “grupo” y empiezan a participar en el juego: “que le gustan las estampitas, que se las compran”,…Entre todos convencen al “primo”: “que es negocio rentable, no hace daño a nadie, que las iba a tirar”,…Lograda la aceptación, acompañarán al “primo” a su casa o al banco para que saque una cantidad de dinero, le entregan el sobre “plante”,… y cuando lo abre son recortes de periódico o fotocopias de billetes auténticos.
Timo del tocomocho
Una de las modalidades es cuando el “tonto” afirma ser extranjero, preguntará el “primo” por una Administración de Lotería ya que tiene un billete premiado, y si sabe si “tocó mucho”. Aparece el compañero del extranjero “toquero” y le mostrará una lista de premios “pampa”, donde figura el número como premiado. Con la excusa de que es extranjero sin papeles, que está en situación irregular, no va poder cobrar el premio, pues tiene billete de avión para irse a su país al día siguiente, están cerradas las administraciones y le ofrece el billete a un menor precio. El toquero procura convencer al primo para comprarlo a medias, ponen la cantidad pactada, y el tonto le entrega el billete y desaparece.
Timo de los triles
Los “trileros” incitan al público a apostar dinero mediante un juego de habilidad y de fáciles ganancias. Actúan en la vía pública, en mercados, fiestas, zonas turistas y sobre una mesita colocan los “triles”, “pastos” o “tapones”: jugar con tres cartas (triles); tres cáscaras de nuez (pastos), tres tapones. El juego consiste en acertar la carta, cáscara, tapón que esconde una bolita (borrega). Actúan el “tirador”, persona que mueve las cartas, cáscaras, tapones; los “ganchos” siempre ganan, incitan a los viandantes a apostar; los “aguadores”, avisan de la presencia policial. Al principio dejan ganar a la persona para animarlo y que siga jugando.
José Ramón Álvarez Rodríguez