La experiencia con el coronavirus en países llamados a tener una mejor calidad en el servicio de salud, como China e Italia, ha sido nefasta. Qué pensar de naciones que están en desarrollo, como las de Latinoamérica, cuya inversión en seguridad social es deficiente.
El número de camas hospitalarias disponibles en Colombia no alcanza las 80.000 para atender a una población que supera los 49.000.000 de habitantes. Una pandemia de grandes proporciones sería catastrófica para la atención clínica. La alarma por la expansión del coronavirus activa la alerta por la debilidad de los sistemas de salud, los cuales deben ser revisados para establecer un plan de acción que permita la prevención frente nuevas amenazas letales. No hay protocolos globales para actuar coordinadamente contra los peligros que acechan a la humanidad.
El COVID-19 es un virus con una baja tasa de mortalidad. Se estima que entre el dos y el tres por ciento de los infestados fallece, generando mayor riesgo en las personas con las defensas bajas, como aquellas que padecen de enfermedades graves o las que se encuentran en la tercera edad. El planeta no tendría como reaccionar ante una situación como la que afectó a Europa en el siglo XIV -la peste negra o peste bubónica-, que acabó por lo menos con una tercera parte de la población. En la actualidad las consecuencias serían peores, porque la globalización y la modernidad del transporte masivo facilitan la expansión de una pandemia.
El coronavirus puso en jaque la economía global, las actividades laborales, sociales y deportivas. Este escenario había sido pronosticado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, que advirtió que el planeta iba a enfrentar una pandemia que tomaría a los sistemas de salud con bajas defensas. No es el primer caso de afectación general por transmisión de virus y de seguro no será el último. La OMS señala que la producción de una vacuna efectiva contra un virus, en condiciones óptimas, dura por los menos seis meses, tiempo en el que la enfermedad podría transmitirse de manera acelerada.
No se puede generar pánico ni contemplar medidas desesperadas, pero si es obligación de todos los estados hacer una evaluación de las condiciones actuales de la seguridad social en salud e implementar correctivos. No hay que caer en la paranoia colectiva por el COVID-19, tomando las precauciones necesarias de salubridad, ampliamente explicadas por las autoridades sanitarias, el porcentaje de letalidad es muy bajo. Es un termómetro para empezar a actuar y definir protocolos efectivos de atención preventiva.
Fue un acierto del gobierno del presidente Iván Duque intervenir rápidamente, adoptando medidas tempranas e implementando, con seriedad, las acciones para evitar que la pandemia llegue a niveles inmanejables.
@WilsonRuizO
Wilson Ruiz Orejuela