Como el viejo coronel de la novela de García Márquez que pasó su vida esperando una pensión, Juan Domingo Perón vivió parte de su exilio pendiente de una renta de 500 dólares al mes, según revelan cartas inéditas del general que han salido a subasta por internet. Un lote de cartas escritas por el tres veces presidente argentino entre 1955 y 1966, en la primera etapa de su exilio, acaban de incorporarse a una subasta de bienes pertenecientes a Perón y a su segunda esposa, Eva Duarte, organizada en internet por la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos (Funpaz).
El presidente de la fundación, Mario Rotundo, que asegura que conoció a Perón durante su exilio en España y que establecieron una estrecha relación, lanzó en abril una subasta en la red que se renueva periódicamente con objetos del general y que se cerrará a fin de año. Hasta ahora, los organizadores han recaudado unos 300.000 pesos (unos 76.000 dólares) que, explica el presidente de Funpaz, se destinarán a obras benéficas.
Muchos de los artículos a subasta se apilan en un pequeño y oscuro despacho de Buenos Aires donde Rotundo muestra orgulloso cientos de libros, objetos personales del general, fotografías y hasta la lápida de la tumba del caniche de Perón -Canela- enterrado en la residencia de Puerta de Hierro (Madrid), donde vivió durante su exilio español, entre 1960 y 1973.
Una mezcla sorprendente en la que conviven viejas polveras y bolsos de Evita con la última billetera de Perón -de piel de pingüino-, una bata de seda del militar de quien fuera tres veces presidente de Argentina, cubiertos de plata y collares de bisutería de la etapa de Eva Duarte como actriz.
18 años esperando una pensión
Juan Domingo Perón, que presidió Argentina de 1946 a 1955, fue derrocado por un golpe de Estado que le forzó a un largo exilio hasta 1973, cuando regresó al país para ocupar de nuevo la Presidencia en un nuevo mandato truncado por su muerte, en julio de 1974. Las cartas arrojan luz sobre detalles de su exilio y su relación con los distintos sectores de la política argentina. En varios de los textos, el general expresa su preocupación por el retraso en el cobro de una renta de 500 dólares mensuales procedente de un fondo depositado en Paraguay que le permitió vivir durante los primeros años de exilio.
Según Rotundo, el dinero se agotó poco después de la llegada de Perón a España, donde mejoró progresivamente su situación económica gracias a las aportaciones de «amigos y de sindicatos argentinos». Las cartas demuestran que el general seguía con extrema atención la política argentina y dictaba «directivas» al movimiento peronista. «(El presidente argentino Arturo) Frondizi tiene sus años contados, nuevas crisis gubernamentales o entre las camarillas militares están a la vista. En cualquiera de las dos hipótesis, nos interesa a nosotros ajustar nuestra conducta a los hechos y prepararnos para sacar la mayor ventaja de los mismos, señala un escrito de noviembre de 1960.
«Por ahora, conviene hacerse el tonto, observar, prepararse y esperar, continúa. En diciembre de 1964, tras su primer intento fallido de regresar a Argentina desde el exilio, Perón se muestra tajante: «Se acabaron las contemplaciones. Hay que comenzar la guerra integral por todos los medios, en todo lugar y en todo momento».
El lote, integrado por 110 folios, contiene manuscritos y escritos a máquina que, según Rotundo, están «autentificados» por peritos calígrafos y por la Asociación Criminalística de la República Argentina. La cartas probarían que, tal como explica Atilio Neira, abogado de María Estela Martínez, tercera esposa de Perón, los primeros años de exilio fueron especialmente duros por la precaria situación económica del general.
«La situación económica de Perón, sobre todo en el comienzo de su exilio fue muy crítica, no tenía dinero, le habían bloqueado todos su bienes y vivía de una manera sumamente ajustada, apunta Neira. Sin embargo, Neira, enfrentado en un litigio con Rotundo, advierte que los objetos a subasta no han sido autentificados por la viuda de Perón, enfrentada con el presidente de Funpaz.
El enfrentamiento data de los años 90, cuando María Estela Martínez abandonó la presidencia de la Fundación por diferencias con Rotundo, entonces vicepresidente de la organización, y trató de revocar el poder que le había otorgado para disponer de objetos del general.