La Presidencia española rotatoria de la Unión Europea dijo este viernes que no espera enfrentamientos con países como Alemania y Francia que se oponen a elevar al 30% el compromiso europeo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. La ministra española de Medio Ambiente, Elena Espinosa, confió en que el debate sobre recorte de emisiones que mantendrán este viernes los Veintisiete «en ningún momento suponga ningún enfrentamiento, según indicó a su llegada al encuentro con sus homólogos europeos en Luxemburgo, el último bajo presidencia española.
La discusión se producirá después de que el mes pasado la Comisión Europea presentase un documento de análisis sobre el impacto que tendría aumentar el objetivo de reducción de dióxido de carbono (CO2) del 20% al 30%. El Ejecutivo comunitario señaló entonces que llegar en 2020 al 30% en el recorte de CO2 en comparación a los niveles de 1990 tendrá un coste inferior al calculado en un principio, aunque recalcó que siguen sin darse las condiciones internacionales para que la UE de este paso.
La ministra Espinosa que esperó poder enriquecer el texto presentado por la CE con el debate de este viernes, recalcó que ese aumento de la ambición ambiental por parte de la UE se producirá siempre y cuando «otros países hagan un esfuerzo similar». El hecho de que Europa «se esté anticipando con este informe, también significa que quiere seguir liderando toda la lucha contra el cambio climático, consideró Espinosa.
Los Veintisiete prevén aprobar este viernes un breve texto de conclusiones en el que solicitan a la CE que recabe más información sobre las consecuencias que tendría para los estados miembros elevar el compromiso de reducción de emisiones.
Una de las cuestiones que más preocupa a los países es que la UE adopte una legislación ambiental más exigente que la de sus socios internacionales, porque en estas condiciones las empresas europeas resultaría menos competitivas y podrían optar por trasladar sus fábricas a terceros países, un riesgo que en el argot comunitario se conoce como «fuga de carbono». Está por ver todavía qué medidas resultan más apropiadas para minimizar este riesgo en caso de que el paso al 30% se haga realidad.