La laborista Julia Gillard será investida este jueves como primera ministra de Australia en sustitución de su correligionario Kevin Rudd, tras perder éste el apoyo del Partido Laborista, informó la cadena de televisión ABC. Tras su investidura, se convertirá en la primera mujer que ocupa en Australia el puesto de primer ministro.
Gillard desafió este miércoles, el liderazgo de Rudd en el Partido Laborista aprovechando el derrumbe de su popularidad y forzó una votación interna que no llegó a producirse este jueves porque el primer ministro admitió previamente su derrota.
La nueva líder de Australia y del Partido Laborista señaló que la decisión de arrebatar el cargo de primer ministro a Kevin Rudd obedeció a que «el gobierno estaba perdiendo el rumbo». Gillard subrayó en conferencia de prensa, que durante el tiempo que ocupó el cargo de viceprimera ministra fue leal y respetuosa con el primer ministro saliente. «Hubo un desacuerdo en la dirección de nuestro gobierno, dijo, aunque subrayó la aportación hecha por Rudd a Australia durante sus dos años y medio de mandato.
Gillard recordó que Rudd pidió perdón a los aborígenes por los abusos sufridos en el pasado, ordenó retirar las tropas de Iraq, reforzó el compromiso en Afganistán y lideró al país en medio de la crisis financiera. También elogió a Rudd por llevar a cabo una reforma en el sistema sanitario e intentar forjar un acuerdo internacional en la lucha contra el cambio climático.
La nueva líder laborista ha escogido como vice primer ministro al Secretario del Tesoro, Wayne Swan, de quien dijo, «nos guió a través de la crisis económica y ahora nos guía hacia el superávit».
Antes de ser investida primera ministra de Australia, Gillard dijo que pedirá a la gobernadora general, Quentin Bryce, que convoque elecciones en los próximos meses. «Mientras tanto, pido a los australianos su consideración y su apoyo para poder dirigir un Gobierno bueno y estable centrado en las necesidades de los australianos, señaló.
En caso de ganar las próximas elecciones, dijo Gillard, buscará la aprobación de la controvertida legislación sobre comercio de gases causantes del efecto invernadero y la introducción del impuesto sobre minas, dos de los principales asuntos que han mermado la popularidad de Rudd, y al final, costado el puesto.
Pero señaló que acometerá esos dos asuntos «buscando el consenso, negociando y poniendo fin a la incertidumbre».