Los medios de comunicación de Italia enmudecieron este viernes durante una masiva jornada de huelga de periodistas en protesta contra la llamada «ley mordaza» del Gobierno de Silvio Berlusconi, que limita el uso y difusión de las escuchas telefónicas de las investigaciones oficiales. La iniciativa, convocada por la Federación Nacional de la Prensa de Italia (FNSI), tuvo un elevado nivel de seguimiento tanto en periódicos, radios, canales de televisión y agencias de noticias, lo que propició que el país viviera una auténtica jornada de «apagón mediático».
Los periodistas de Italia decidieron convocar la que bautizaron como una «jornada de silencio» para demostrar su rechazo al proyecto de ley de las interceptaciones, aprobado por el Senado el pasado 10 de junio y que el 29 de julio pasará al pleno de la Cámara de los Diputados para su debate definitivo.
La norma, que prevé condenas de hasta 30 días de cárcel o sanciones de hasta 10.000 euros para los periodistas que publiquen las escuchas durante las investigaciones, es, sin duda, el mayor foco de polémicas que afronta en estos momentos Berlusconi y ha supuesto un nuevo motivo de división interna dentro de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), con voces que se oponen a ella.
En los quioscos del país sólo pudieron encontrarse este viernes un número muy reducido de periódicos, cinco en el caso del centro de Roma, entre los que se encuentra Il Giornale, el rotativo de la familia Berlusconi, pero no así los diarios deportivos, que también decidieron secundar el parón.
Los dos periódicos generalistas de referencia, el milanés Il Corriere della Sera y el romano La Repubblica, decidieron sumarse a la huelga, dejando, incluso, sus páginas web sin actualizar y con manifiestos en los que justifican el porqué de esta iniciativa.
El parón «es un gesto de responsabilidad de los periodistas italianos para denunciar al Gobierno y llamar la atención de todos los ciudadanos sobre la gravedad de una norma que golpea a la vez la tutela de la legalidad, la lucha contra el crimen y la libre y transparente circulación de noticias», afirma en su manifiesto «La Repubblica».
Y es que los periodistas italianos aseguran que este proyecto de ley, que limita a 75 días el tiempo que pueden durar las escuchas durante las investigaciones y que fija multas de entre 300.000 y 450.000 euros para los responsables de medios que las difundan, va contra el derecho a la información de los ciudadanos.
«Con la adhesión a la huelga, esperamos contribuir a sensibilizar el país y su clase política sobre el peligro que representan las normas propuestas para los derechos democráticos y constitucionales de todos los ciudadanos que quieren ser conscientes de lo que ocurre en su entorno», comenta el Consejo de Redacción del «Corriere della Sera» en su página web.
La huelga, iniciativa sin precedentes en Italia y que se suma a un parón en el transporte público por las nuevas condiciones de sus trabajadores, pretende también permitir que el público de las televisiones sepa lo que realmente está ocurriendo en Italia, un país en el que su primer ministro es propietario de los canales privados más importantes.
Precisamente en el sector audiovisual fue donde se pudo ver uno de los mayores seguimientos del parón, con el canal de información continua «Sky Tg24», del magnate Rupert Murdoch, en el que sólo se ofrecían contenidos grabados con pequeños boletines horarios en los que un presentador leía una batería de noticias y un manifiesto por la huelga para cumplir con los servicios mínimos de la ley.
Algo parecido fue lo que ocurrió en el ente audiovisual público RAI y también en Canale 5, el principal canal de televisión privado del grupo audiovisual de Berlusconi, Mediaset, que este viernes no emitió su informativo matinal de las 8.00 horas.
Pero donde quizá se hizo más evidente el seguimiento de esta huelga fue en las agencias de noticias, Las principales, Ansa y Agi, dejaron de transmitir poco antes de las 7 de la mañana, informando de vez en cuando a sus abonados del motivo del parón.
La «jornada de silencio», «expresión de indignación, participación y reclamo», según la FNSI, llega precedida de manifestaciones y protestas, como las que se vivieron el pasado 1 de julio en una veintena de ciudades italianas.