El primer ministro británico, David Cameron, defendió a BP de las críticas por el derrame de crudo en el Golfo de México y descartó una investigación sobre el papel de la petrolera en la liberación del terrorista libio Abdelbaset al Megrahi. Cameron se reunió este miércoles con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por espacio de una hora en el Despacho Oval, tras lo cual siguió un almuerzo de trabajo al que se sumó el vicepresidente Joe Biden.
Obama y Cameron abordaron asuntos como la guerra en Afganistán, la situación en Oriente Medio y la crisis económica global, además del derrame y la responsabilidad de la British Petroleum, el asunto que más interesaba a los medios estadounidenses.
Después de que una comisión del Senado haya citado a directivos de BP para que la semana próxima aclaren el papel de la petrolera en la liberación el año pasado de Al Megrahi, responsable del atentado que mató a 270 personas al estallar un avión estadounidense sobre la localidad escocesa de Lockerbie en 1989, Cameron instó a no confundir a la petrolera con el caso de esa excarcelación.
La puesta en libertad de Al Megrahi «fue una decisión del gobierno autónomo escocés, no de la petrolera», señaló el primer ministro.
Corresponde a BP explicar qué papel jugó en esa liberación, apuntó Cameron, quien subrayó no obstante que «no hay ningún indicio» de que el ejecutivo escocés se viera influido por presiones de la petrolera en su decisión.
Al Megrahi fue devuelto a su país porque supuestamente padecía un cáncer de próstata terminal, pero sigue vivo un año después y en libertad en Libia, sin que haya indicios de un deterioro serio de su salud.
Los medios británicos han publicado que BP presionó en favor de aquella liberación pues buscaba concesiones petroleras en aguas libias.
En su día, tanto Cameron, entonces líder de la oposición, como el Gobierno estadounidense criticaron duramente la decisión del gobierno autónomo escocés, al considerar que Al Megrahi debía haber cumplido plenamente su condena de cadena perpetua.
Ambos líderes subrayaron que aquella excarcelación fue un error y «nunca debió hacerse producido».
Pero Cameron se declaró en contra de abrir una investigación en el Reino Unido sobre la liberación del terrorista libio.
«No necesito una investigación para decirme que fue una mala decisión», subrayó.
Sí se mostró abierto a la posibilidad de publicar más documentación acerca del caso y prometió «la colaboración adecuada» con el Senado de EE.UU., que celebrará una audiencia sobre aquella puesta en libertad y el papel que BP pudo desempeñar.
Durante su estancia en Washington, Cameron tiene previsto reunirse con un grupo de senadores para tratar sobre esa audiencia.
El presidente estadounidense, por su parte, indicó que dará «la bienvenida» a cualquier nuevo dato que aclare las razones y circunstancias de la decisión del ejecutivo escocés.
Obama se mostró de acuerdo con el primer ministro británico en que al contar «con todos los datos», «quedará claro que es una decisión que nunca debió haberse tomado».
Acerca de BP, Cameron indicó que entiende la frustración en Estados Unidos contra la petrolera por su responsabilidad en la «catástrofe» que es el vertido.
Aseguró que está de acuerdo en que la empresa debe pagar los costes del vertido y limpiar la mancha negra.
No obstante, señaló, BP es «una compañía importante y a nuestros dos países les conviene que siga siendo una empresa estable y fuerte».
Ambos líderes alabaron la «excelente relación» entre los dos países y se esforzaron en llamarse por sus nombres de pila, en una demostración de la buena sintonía personal.
En un momento dado intercambiaron incluso bromas acerca de las cervezas que compartieron durante la cumbre del G20 en Canadá el mes pasado.
El primer ministro británico terminará su visita a EEUU este miércoles en Nueva York, donde se reunirá con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y asistirá a la cena que le ofrece el alcalde de esa ciudad, Michael Bloomberg.