Tras más de año y medio de estancamiento, israelíes y palestinos retomarán en dos semanas un diálogo de paz directo impulsado por EEUU que les exigirá hacer grandes concesiones para llegar a buen puerto.
Ambas partes llegarán a la reunión el próximo dos de septiembre en Washington recelosas una de la otra y tendrán que dominar la presión interna que van a sufrir para no hacer concesiones o, incluso, para abandonar la negociación.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aceptó esta madrugada la invitación que hizo este viernes la secretaria de estado norteamericana, Hilary Clinton, para la reanudación de negociaciones directas, tres meses después de que ambas partes iniciasen las llamadas «conversaciones de proximidad, un diálogo indirecto con la mediación del enviado especial estadounidense George Mitchell.
Sin embargo, la OLP, que encabeza el presidente palestino, Mahmud Abás, advirtió de que si Israel no cesa todas las actividades de construcción en las colonias en «todo el territorio palestino ocupado» (es decir, incluido Jerusalén Oriental) esto supondrá «una amenaza para la continuación de las conversaciones directas».
Por el momento, está en vigor una moratoria parcial a la construcción en las colonias judías en Cisjordania, que declaró el primer ministro, Benjamín Netanyahu, por un plazo de ocho meses y que el Gobierno israelí ha reiterado que no renovará cuando toque a su fin el próximo 26 de septiembre.
Fuentes palestinas cercanas a la negociación dijeron a Efe que la OLP contempla abandonar el proceso de paz en esa fecha si la moratoria no se prorroga. También lo harán si se aprueban nuevas construcciones en territorio palestino mientras se negocia la paz.
La aprobación de la OLP de las negociaciones se centra en el texto de apoyo a las mismas emitido ayer por el Cuarteto de Oriente Medio (formado por EEUU, la ONU, la UE y Rusia).
En un comunicado, el Comité Ejecutivo de la OLP resaltó que «la declaración del Cuarteto reafirma su compromiso total con sus declaraciones anteriores, como las que llaman a las partes a actuar sobre la base del derecho internacional y, en particular, la Hoja de Ruta, piden el cese de la construcción en los asentamientos y no reconocen la anexión israelí de Jerusalén Oriental».
Estancamiento desde 2008
El proceso de paz permanece estancado desde diciembre de 2008, tras la operación militar israelí contra Gaza «Plomo Fundido, en la que mató a 1.400 palestinos, en su mayoría civiles. La decisión palestina de reanudar el diálogo con Israel ha recibido ya serias críticas internas.
Mustafa Barghuthi, secretario general del partido Iniciativa Nacional Palestina, aseguró que el que las negociaciones se reanuden «sin pre-condiciones, tal como anunció Clinton, es «vergonzoso» porque supone aceptar totalmente la posición israelí.
El político considera que estas negociaciones «serán un fracaso aún mayor que el de Camp David». El movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza, ha rechazado el regreso al diálogo, al igual que tampoco aprobó las negociaciones indirectas iniciadas en mayo.
«Rechazamos la propuesta norteamericana para reanudar las negociaciones. Sus consecuencias no serán cumplidas por nuestro pueblo, dijo en un comunicado Sami Abu Zuhri, uno de los portavoces de Hamás en Gaza, que consideró que se trata de «un nuevo intento de engañar al pueblo palestino» que «no tiene ningún valor y llevará al punto cero sin lograr ningún resultado».
La Yihad islámica también ha rechazado la decisión de la OLP, que ha calificado de «una rendición ante un edicto norteamericano para servir a los intereses de Israel». En Israel, el Gobierno de Benjamín Netanyahu aceptó de inmediato la invitación de la Casa Blanca.
El inicio de negociaciones serán un respiro tras año y medio de deterioro de la imagen del estado judío en la esfera internacional, seriamente dañada por la operación militar contra Gaza, el bloqueo a la franja, la ampliación de colonias y otros incidentes como el asalto a finales de mayo a la Flotilla de la Libertad, en la que un comando israelí mató a nueve activistas turcos.
Pero el jefe del Gobierno israelí también se tendrá que enfrentar a fuertes presiones internas una vez esté sentado en la mesa de negociación, las más inminentes entre ellas las demandas de los colonos y la extrema derecha para que, tal y como prometió, permita reanudar a finales de septiembre la edificación en los asentamientos judíos en Cisjordania.
Las concesiones a los palestinos podrían hacer resquebrajarse la coalición de Gobierno que preside Netanyahu, que también tendrá que enfrentarse a las presiones de EEUU para que el proceso de paz llegue a buen puerto.