La ciudad de Nueva Orleans conmemoró este domingo el quinto aniversario de la catástrofe causada por el huracán Katrina y celebró su capacidad de perseverancia y reconstrucción, como dijo en un discurso el presidente Barack Obama. El presidente puso este domingo punto y final a sus vacaciones estivales con un viaje a la ciudad sureña, donde pronunció un discurso en la Universidad Xavier, cuyas instalaciones quedaron destruidas por las aguas y que se ha erigido en uno de los ejemplos de perseverancia en esta ciudad sureña.
Antes de acudir a la universidad, el presidente aprovechó para visitar los negocios locales y disfrutar con su familia de un «po-boy, los famosos bocadillos locales de marisco rebozado con lechuga, tomate y mayonesa. El restaurante donde almorzó, regentado por Sandra Kruse, quedó dos metros bajo el agua cuando el impacto del Katrina hizo que se rompieran los diques de contención y la ciudad se vio anegada.
En el desastre perecieron unas 1.800 personas, 180.000 casas y edificios quedaron destruidos, y se registraron daños valorados en más de 75.000 millones de dólares. Pero cinco años después, y pese al impacto que ha tenido el reciente vertido de crudo en el Golfo de México, Nueva Orleans ha recuperado poco a poco el pulso económico y este mismo año se convirtió, de nuevo, en el primer destino turístico de los estadounidenses.
En su intervención en Xavier, y ante un auditorio repleto de estudiantes y residentes locales, Obama recordó la cadena de acontecimientos que agravaron la catástrofe, entre ellos el «vergonzoso y mal funcionamiento» del Gobierno de entonces, dirigido por George W. Bush, que tardó días en reaccionar a la catástrofe, dejando «a un gran numero de hombres mujeres y niños solos y abandonados».
En el mismo sentido se pronunció este domingo en un programa de televisión el alcalde de la ciudad, Mitch Landrieu, quien se quejó de la falta de ayuda gubernamental que siguió a la catástrofe de la ciudad, que sigue necesitando de fondos federales para seguir adelante. «Hay un hecho innegable y es que lo ocurrido hace cinco años no fue una catástrofe natural, fue una catástrofe causada por errores humanos, porque fallaron los diques, dijo el alcalde a la cadena NBC.
Añadió que «el Gobierno federal era el responsable del diseño y construcción de las compuertas, por lo que ahora debe ser responsable de la reconstrucción y de pagar el daño ocasionado». Obama, por contra, quiso dar un mensaje diferente a los ciudadanos, al recordar los programas de ayuda que ha puesto en marcha su Administración y asegurar que luchará con ellos hasta que «el trabajo (de reconstrucción) esté finalizado».
El presidente explicó que después del panorama desolador que dejó el Katrina, Nueva Orleans podía haberse convertido en un «símbolo de destrucción y deterioro, pero lejos de eso, se ha convertido en un «símbolo de resistencia, de sentido comunitario, y de lo que supone la responsabilidad de ayudarse unos a otros».
Ahora, dijo, Nueva Orleans es «una de las ciudades que crece más rápido en Estados Unidos, con una gran proliferación de pequeños negocios, aunque, recordó, queda mucho trabajo por hacer. La ciudad, afirmó, sigue padeciendo unos altos índices de pobreza y criminalidad, y la administración sufre los efectos de la «corrupción y la ineficiencia».
Para luchar contra estos obstáculos, Obama aseguró que su Gobierno ha realizado nuevas inversiones para mejorar el sistema educativo y sanitario de la región, y ha establecido una intensa colaboración con las autoridades locales para reducir la violencia y el crimen. Además, para evitar la amenaza de nuevas inundaciones, se está trabajando en un nuevo sistema de diques que protegerá a la ciudad de inundaciones como las que se produjeron tras el Katrina.
«Juntos trabajaremos para que el legado de lo ocurrido tras el Katrina no sea el abandono ni la indiferencia, sino la acción, la empatía y el trabajo de una comunidad que lucha junta para afrontar los desafíos, señaló Obama.