El frente antigubernamental tailandés de los llamados «camisas rojas» resurge cuatro meses después de que las tropas aplastaran a tiros sus protestas en las calles de Bangkok y forzaran a sus seguidores a esconderse para evitar ser apresados.
El centro para la coordinación de la seguridad nacional ha ordenado a los cuerpos de seguridad que vigilen con especial atención los movimientos de los «camisas rojas» entre el 12 y 19 de septiembre.
A medida que se acerca el cuarto aniversario del golpe de estado que el 19 de septiembre de 2006 desalojó del poder a su mentor, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, los «camisas rojas» aumentan el número y el grosor de sus salidas a la superficie.
En su última reaparición, el pasado fin de semana, unos 20.000 partidarios del frente se concentraron en la ciudad de Pattaya, en la que fuera su mayor movilización desde que a finales de mayo el Ejército puso fin a nueve semanas de manifestaciones y esporádicos enfrentamientos en los que 91 personas murieron y 1.800 resultaron heridas.
El diputado del Partido Puea Thai y dirigente de los «camisas rojas, Jatuporn Prompan, ha instado a los seguidores a secundar el próximo 17 de septiembre una manifestación en la capital para exigir la liberación de los líderes y activistas del movimiento que están encarcelados.
Desde el fin de las protestas, el Gobierno del primer ministro, Abhisit Vejjajiva, sigue una doble política que consiste por una parte en promover el plan que denomina de «reconciliación nacional» y por la otra, y al mismo tiempo, persigue detener a sus rivales del frente y ejercer una severa censura para silenciar a los medios de comunicación que resultan incómodos.
Se mantiene el estado de excepción
Cuando continúa vigente el estado de excepción en Bangkok y seis provincias ya que, según el Gobierno, hay riesgo de que se produzcan nuevos brotes de violencia, las fuerzas de seguridad han detenido a más de 400 «camisas rojas» de entre una lista con unas 800 personas, sobre las que pesan acusaciones que van desde la de «participación en manifestación ilegal» a la de «posesión de armas» o «terrorismo».
Con los poderes que da el estado de excepción, el Gobierno ha congelado las cuentas bancarias de varias decenas de tailandeses que financiaron las manifestaciones, incluidas las de familiares del multimillonario Sinawatra, quien continúa en el exilio.
A raíz del hallazgo de tres bombas preparadas para estallar en diferentes lugares de Bangkok, el primer ministro denunció el pasado jueves que el frente antigubernamental preparaba acciones violentas con motivo del aniversario de la última asonada militar. «Lo de las bombas es una excusa del Gobierno para mantener el estado de excepción y evitar que se celebren elecciones, dijo Prompan a los periodistas.
El retorno a la capital de los «camisas rojas, tras su reaparición en otras ciudades durante julio y agosto, supondrá transgredir el estado de excepción que prohíbe las manifestaciones y un desafío al poderoso Ejército, cuando en unos días asumirá su mando el general Prayuth Chanocha, de la línea dura y quien dirigió las operaciones militares para aplastar las protestas de mayo.
En una maniobra de adelanto, el Ejército ha montado controles de seguridad en los accesos a la capital, mientras soldados armados patrullan las arterias principales y protegen las viviendas de destacados políticos y personajes cercanos a la realeza, así como bancos y edificios públicos.
Entretanto, en diversos puntos de Bangkok todavía cuelgan los carteles colocados por las autoridades con mensajes como «Debemos reconciliarnos porque somos una sola nación, una familia, un pueblo».
Los «camisas rojas» claman que su movilización es el resultado de la desatención del medio rural y consideran que el Gobierno de Vejjajiva es ilegítimo porque llegó al poder por medio de pactos parlamentarios con diputados tránsfugas.