El agujero de la capa de ozono se ha mantenido estable, sin aumentar ni disminuir, en el último decenio, gracias a los esfuerzos internacionales por preservar el escudo protector de la vida en la tierra de los niveles nocivos de radiación ultravioleta, según un estudio divulgado este jueves.
Este trabajo de la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que la concentración de ozono a escala mundial, así como en el Ártico y en la Antártida, no ha variado gracias a la eliminación gradual de las sustancias que agotan la capa protectora.
El texto, titulado «Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono 2010» -la primera actualización en cuatro años sobre este vital asunto-, fue redactado y revisado por alrededor de 300 científicos y se ha presentado este jueves en Ginebra con motivo del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono de la ONU.
El informe contempla que la desaparición paulatina de los productos químicos más tóxicos fue impulsada en 1987 por el Protocolo de Montreal, que considera que «está dando resultado».
«Ha impedido (el Protocolo) un agotamiento mucho mayor de la capa de ozono estratosférico gracias a la reducción gradual de la producción y consumo de sustancias que la menoscaban, dijo este jueves en Ginebra Len Barrie, director de investigación de la OMM, durante la presentación del informe.
Algunos de estos compuestos químicos, como los clorofluorocarbonos (CFC), se han ido eliminando de forma paulatina «hasta desaparecer casi por completo, especificó Barrie, y añadió que, en consecuencia, ha crecido la demanda de productos sucedáneos, algunos de ellos también con potentes gases de efecto invernadero.
«Se estima que la emisión total de estos nuevos productos disminuirá en el próximo decenio gracias al Protocolo de Montreal, que, por el momento, está siendo un éxito, agregó Barrie.
En 2010, la reducción de la emisión de sustancias que agotan la capa de ozono fue cinco veces superior a la que pronosticó el Protocolo de Kyoto en 1997.
Como resultado de la eliminación gradual de las sustancias nocivas, el estudio prevé que, excepto en las regiones polares, la capa de ozono se recupere antes de mediados de siglo, alcanzando los niveles registrados antes de 1980.
Al respecto, Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, comentó que «las medidas (Protocolo de Montreal) que se adoptaron para preservar la capa de ozono no sólo han sido efectivas, sino que continúan generando múltiples beneficios, en particular para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio».
Estas iniciativas contribuyen, asimismo, a combatir el cambio climático y a generar beneficios directos para la salud pública, ya que, de no haberse concertado el Protocolo de Montreal, los niveles atmosféricos de sustancias que agotan la capa de ozono podrían haberse multiplicado por 10 para el año 2050.
«Esto habría supuesto hasta 20 millones más de casos de cáncer de piel y 130 millones más de casos de cataratas oculares, sin mencionar los daños al sistema inmunitario humano, a la fauna y flora silvestres y a la agricultura, concluyó Steiner.