lunes, noviembre 25, 2024
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Correa: «El plan B tras el fracaso de golpe de Estado era matarme»

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El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ratificó a los cancilleres de la Unasur, que lo visitaron en Quito para expresarle su apoyo, que la rebelión policial ocurrida este jueves fue un intento de golpe de Estado y que, tras el fracaso de esa estrategia, el «plan B» era matarle. El mandatario, que vivió el momento más difícil en sus más de tres años y medio en el poder, revivió este viernes ante los medios de comunicación y los cancilleres suramericanos el cautiverio al que fue sometido durante la sublevación de policías insatisfechos por unos supuestos recortes a sus privilegios salariales.

Los cancilleres de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela y los delegados de Brasil y Guayana, ratificaron en Quito su condena al intento golpista en Ecuador y anticiparon su intención de elaborar un estatuto para afrontar este tipo de fenómenos. «Este hecho no es aislado, por lo tanto los autores intelectuales y los autores materiales de este intento de golpe de Estado no deben recibir ninguna protección en los países miembros del Unasur», indicó el canciller boliviano, David Choquehuanca, al englobar el sentimiento de sus colegas de la región.

Los ministros, en la cita efectuada en el Palacio presidencial de Carondelet, en el centro de Quito, escucharon a Correa como testigo y víctima de la última aventura golpista en la región. El mandatario reconoció que el pueblo, policías y militares fieles a su Gobierno lograron rescatarle del encierro en un hospital policial y que por ello salió victorioso.

Luto en Ecuador y condena a la oposición

No obstante, Correa dijo que en Ecuador «no hay nada que celebrar… Es un día de luto para la patria», porque en los enfrentamientos en torno al hospital fallecieron, al menos, cuatro personas, entre ellas un estudiante universitario con disparos en la cabeza. «Fracasó la intentona golpista» y «hemos tenido la unión del mundo» al condenar la revuelta policial, remarcó el mandatario y dijo que fue una «victoria contundente» contra los «enemigos de la democracia».

El mandatario ecuatoriano no dudó en culpar a políticos de la oposición como instigadores de la revuelta y aseguró que «fue mucho más lo que se perdió» ya que estuvo en juego la estabilidad democrática del país. De hecho, Correa identificó como verdugo al grupo de uno de sus más acérrimos enemigos políticos, el del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien personalmente desmintió ese extremo y culpó a Correa de un eventual malestar social.

Agradecimiento a los fieles

Por otra parte, también agradeció a los policías fieles al Gobierno la participación en su rescate y aseguró que fueron los que más sufrieron la furia de los sublevados. Además, los militares que se juntaron para el rescate y la comunidad internacional que rechazó unánimemente el intento golpista también recibieron elogios del mandatario ecuatoriano, que fijó al 30 de septiembre como una de las peores fechas de la historia nacional.

Reiteró que la estrategia era generar un golpe de Estado, pero que ante el fracaso de ese plan, los sublevados quisieron matarle.

A su juicio, los sublevados querían provocar un levantamiento general de la policía y los militares, lo que hubiese llevado al país a un caos social. Sin embargo, a los opositores «les falla esa estrategia de desestabilizar al Gobierno y entonces el ‘plan B’ era matar al presidente», remarcó el mandatario, que dijo haber escuchado en varias ocasiones esas amenazas durante su retención.

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