Los vecinos evacuados de Kolontár, la aldea más afectada por el vertido tóxico en Hungría, comenzaron este viernes a regresar a sus casas bajo la promesa del Gobierno de que ya no hay riesgos y la advertencia de ONG y expertos sobre el peligro de vivir en una zona contaminada. Tibor Dobson, responsable del dispositivo de emergencia en la zona, explicó a Efe que «desde el mediodía hasta las 15.00 horas locales (13.00 GMT) han vuelto a Kolontár unas 300 personas».
Los casi 800 vecinos del pueblo, donde golpeó con más fuerza la avalancha de lodos contaminantes, fueron desalojados de emergencia el pasado sábado ante el riesgo de una nueva fuga desde la balsa de acumulación de «barro rojo». Desde entonces, las autoridades han levantado un dique de protección que aseguran será capaz de detener un nuevo vertido si, como se teme, las paredes de la balsa terminan de fracturarse.
Aparte del riesgo de un vertido como el del pasado día 4, que se ha cobrado ya nueve vidas, la mayor preocupación radica ahora en la concentración de polvo tóxico en el aire, una vez que el barro rojo se ha secado.
Se están realizando mediciones continuas de la contaminación del aire y la tierra y desde Protección Civil se asegura que «nada pone en peligro» el retorno de los evacuados, según informó este viernes a Efe la portavoz de este organismo, Györgyi Töttös. «La concentración de polvo en el aire no alcanzó los niveles peligrosos a la salud», aseguró Töttös. Pese a ese mensaje tranquilizador, el uso de mascarillas protectoras sigue siendo obligatorio en la zona.
Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado precaución y el uso de mascarillas, gafas protectoras y botas de goma en las cercanías de donde los operarios están limpiando o demoliendo las casas que fueron derrumbadas por la avalancha contaminante. La OMS, que tiene a varios expertos sobre el terreno, aconseja que «por precaución, y si es posible, la vida familiar y el descanso se realice en pisos más altos de los inmuebles».
Más contundente se ha mostrado la ONG Greenpeace, que no ha dudado en calificar de «irresponsable» la decisión del Gobierno de permitir que los vecinos de Kolontár vuelvan a sus hogares. Desde la sede de la organización en Hungría se denunció este viernes que «por el momento no se ha publicado ningún dato que diga que es seguro vivir a largo plazo en Kolontár» y que tampoco se sabe cuáles son los efectos, a corto y medio plazo, del alto contenido de micropartículas del aire.
Greenpeace ha advertido de que la concentración de polvo en suspensión es muy alta y de que, sin la debida protección, puede causar «problemas de salud muy graves». Dependiendo de los circunstancias meteorológicas estas micropartículas pueden desplazarse hasta distancias de 100 kilómetros. Según el director local de esta ONG, Zsolt Szegfalvi, las partículas del aluminio, cuya concentración en el lodo es muy alta, pueden llegar hasta lo más profundo de los pulmones, causando infecciones. El níquel puede causar enfermedades como el asma y la pulmonía, mientras que el hierro también ataca los pulmones.
«Deberíamos tener el valor de decir que es imposible vivir en esas dos localidades», explicó el miércoles a Efe el experto en Toxicología Gábor Zacher, en referencia a Kolontár y Devecser, el otro pueblo que más sufrió el vertido. Por su parte, los vecinos de Kolontár han manifestado una mezcla de emociones, desde el miedo a volver por temor a una nueva catástrofe y la intranquilidad por los efectos en la salud del lodo, al deseo de regresar a sus casas, según informa la agencia MTI.
Además, se sigue a la espera de que retome la producción la planta de producción de aluminio dueña de la balsa de la que se derramaron unos 800.000 metros cúbicos de lodos cargados de arsénico y metales pesados.