Bolivia anunció este sábado que acudirá al Tribunal Internacional de La Haya para impugnar el resultado de la Cumbre del Cambio Climático de Cancún por considerar que se violó el reglamento de Naciones Unidas en la aprobación de sus documentos finales.
«Vamos a recurrir a las instancias legales que correspondan en el marco de la Convención (del Cambio Climático) que claramente establece que en estos casos la Corte Internacional de Justicia es la instancia que se pronuncia», dijo el embajador boliviano ante la ONU, Pablo Solón.
El jefe de la delegación boliviana señaló también que la presidenta de la cumbre, Patricia Espinosa, violó el reglamento de la Convención, que establece que los acuerdos se adoptan con el consentimiento de los 194 países miembros.
«Hoy se ha roto una regla establecida en el marco de Naciones Unidas, y esto genera un precedente funesto. Los que están ahí saben lo que han hecho, todo para imponer una posición», insistió Solón.
El embajador señaló que el presidente boliviano, Evo Morales, estaba informado y respaldó la posición de rechazo al consenso adoptada por la delegación.
Solón se negó a especular por qué otros países suramericanos aliados de La Paz no secundaron su posicionamiento y aceptaron los documentos de consenso divulgados por la Presidencia mexicana.
«Bolivia es un país que no tiene embargada ni vendida su voz y ni su soberanía, y nosotros tenemos principios. Principios que no vendemos», subrayó el diplomático.
A su juicio, la cumbre de Cancún «ha terminado muy mal» porque la presidencia mexicana no respetó las reglas, algo que «ni siquiera ocurrió» en la polémica reunión en Copenhague el año pasado.
«¿Es que si uno se opone no es suficiente, si tres se oponen no es suficiente, si seis, si diez? ¿Dónde está el límite?», cuestionó.
Tenso debate
El embajador boliviano protagonizó un tenso debate verbal con Espinosa después de que la canciller mexicana diera por aprobado el acuerdo de la cumbre pese a que la delegación andina anunció que no había consenso.
La presidenta de la cumbre había reabierto horas antes las negociaciones para tratar de acomodar las objeciones de Bolivia, pero las partes no llegaron a un entendimiento.
Entre otras cosas, Bolivia rechaza el acuerdo de Cancún por considerar que «abre las puertas» a que se sustituya en un futuro el Protocolo de Kioto (1997), el único instrumento vinculante que hasta la fecha obliga a los países desarrollados a reducir sus emisiones.
También rechaza que se amplíe la posibilidad de aumentar el uso de nuevos mecanismos de mercado como si fueran «una varita mágica, así como que se otorgue un papel temporal al Banco Mundial (BM) para gestionar el nuevo «Fondo Verde» de ayudas a los países en desarrollo».
El acuerdo de Cancún incorpora por primera vez los compromisos de todos los países en materia de reducción de emisiones al proceso de negociaciones de Naciones Unidas, aunque sin carácter vinculante y basado en metas nacionales.
Además, aplaza a un momento futuro en los próximos dos años la decisión sobre si habrá o no una segunda fase del Protocolo de Kioto y pide a los países subir su «nivel de ambición» en recortes.