domingo, noviembre 24, 2024
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La segunda mayor ciudad de Nueva Zelanda, bajo toque de queda tras el seísmo

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Las autoridades neozelandesas declararon el toque de queda en la ciudad de Christchurch a fin de prevenir los saqueos tras el fuerte seísmo que derribó decenas de edificios bajo cuyos escombros se estima hay unas 300 personas.

Mientras prosigue la búsqueda de desaparecidos, las víctimas mortales ascienden ya a  98, según fuentes oficiales. Los equipos de socorro trabajan a contrarreloj para localizar personas atrapadas entre los cascotes de los edificios derruidos y en más de una ocasión los equipos médicos se vieron obligados a realizar amputaciones para liberar a los aprisionados.

El jefe policial para la coordinación de los rescates, Rusell Gibson, explicó que se recibían mensajes de texto vía teléfonos móviles de víctimas que bajo los escombros pedían auxilio. El primer ministro, John Key, expresó al canal estatal de la televisión neozelandesa que «es una situación muy trágica y pasamos por unos momentos de gran agonía».

Las imágenes de la televisión local mostraron como un equipo de socorristas rescataba a una mujer herida de las ruinas del edificio de oficinas llamado PGG, después de que hubiera alertado de su situación mediante un mensaje enviado desde su teléfono celular. El toque de queda anunciado por la Policía entró en vigor al anochecer en la zona central de la ciudad, la más afectada por la sacudida del seísmo de 6,3 grados en la escala abierta de Richter que se registró el martes hacia el mediodía, en Nueva Zelanda.

El director de la Policía, Dave Cliff, dijo a la prensa local que con el toque de queda se perseguía, además de proteger la propiedad, crear un perímetro de seguridad ciudadana dado que había el riesgo algunos de los edificios dañados se derrumbaran de producirse otro terremoto, entre estos el Hotel Grand Chancellor, de 26 plantas.

«En el centro de la ciudad hemos detenido hoy a seis personas por robo, de esta forma también intentaremos mantener alejados a los delincuentes que pretendan aprovechar la situación», señaló Cliff.

Rescate de víctimas

El rescate de víctimas avanza con la ayuda de perros adiestrados que se mueven entre los escombros de los mayores edificios siniestrados y bajo los que los especialistas creen que se encuentra la mayor parte de las personas dadas por desaparecidas. No obstante, la Policía indicó que se había decidido suspender la búsqueda entre los cascotes de lo que fuera el edificio del canal de televisión Canterbury por considerar que no existía posibilidad alguna de encontrar supervivientes.

De este edificio fueron extraídos siete cadáveres, 24 personas con vida y se estimaba que al menos otras 22, entre ellas un grupo de estudiantes extranjeros que realizaba un curso de inglés, estaban en la lista oficial de desaparecidos por el seísmo. «En este lugar en particular, la sede de televisión, había un número de jóvenes estudiantes y mi corazón está con sus familias», manifestó el jefe de operaciones de la Policía, Dave Lawry, a la radio estatal.

Lawry no facilitó detalles sobre la nacionalidad de las personas que quedaron atrapadas en los escombros del edificio del canal Canterbury que alojaba las aulas de un colegio para extranjeros, aunque 23 japoneses figuran en la lista oficial de desaparecidos. Según la página del centro Kings Education College English, en ese inmueble cursaban estudios alumnos de Japón, Tailandia, Filipinas, Corea del Sur y China.

La mayor parte de Christchurch, ciudad en las que residen unas 400.000 personas y es la segunda mayor del país, continuaba sin electricidad ni suministro de agua potable. En septiembre pasado, un seísmo de 7,2 grados golpeó Christchurch y causó decenas de heridos e importantes daños en infraestructuras públicas y edificios en el sur del país.

Nueva Zelanda registra cada año unos 14.000 temblores, de los un 20 por ciento alcanzan o superan los 5 grados en la escala abierta de Richter. En 1968, un seísmo de 7,1 grados causó tres muertos en la costa oeste de la Isla Sur. Sin embargo, el más grave fue el ocurrido en 1931 en la ciudad de Napier de la Isla Norte, donde causó 256 muertos.

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