Washington aumentó este martes la presión, tanto retórica como de hecho, contra el régimen del líder libio Muamar el Gadafi, a quien la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, acusó de estar «enajenado».
Rice estuvo presente este lunes en la reunión a puerta cerrada en el Despacho Oval entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para abordar la situación en el país árabe y los pasos a dar después de que el Consejo de Seguridad aprobara este fin de semana sanciones que incluyen un embargo de armas y congelación de bienes al régimen libio.
Al tiempo que se celebraba esa reunión, el Departamento del Tesoro anunciaba la congelación de 30.000 millones de dólares de activos libios bajo jurisdicción de EEUU, la mayor cantidad en la historia que se bloquea dentro de un programa de sanciones, según este organismo.
El subsecretario del Tesoro para la lucha contra el terrorismo, David Cohen, señaló que la mayoría de los fondos congelados pertenecen al Banco Central de Libia y al Fondo de Inversión Soberano Libyan Investment Authority, que EEUU considera que están controlados por Gadafi y su familia.
El Pentágono informó también, por su parte, del desplazamiento de unidades navales y de la Fuerza Aérea a las cercanías de Libia como parte de una «planificación de contingencia». «Como parte de nuestra planificación de contingencia estamos reposicionando algunas unidades en la región, de manera que tengamos flexibilidad una vez que se tome alguna decisión en relación con Libia», dijo el portavoz del Departamento de Defensa Dave Lapan a Efe.
Este desplazamiento tiene lugar cuando tanto EEUU como el Reino Unido han reconocido que se considera «muy seriamente» la imposición de una zona de exclusión aérea sobre territorio libio. «Es una opción que consideramos activa y seriamente», indicó Rice, quien no obstante se mostró cautelosa a la hora de pronunciarse sobre una hipotética asistencia militar estadounidense a los rebeldes, algo que consideró «prematuro».
Clinton
Lo que sí ha confirmado el Departamento de Estado, por boca de su responsable, Hillary Clinton, quien hoy participó en Ginebra en la sesión extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre Libia, es el envío de ayuda humanitaria a las frontera con Túnez y Egipto, donde la «principal prioridad es mantener el suministro de medicamentos».
Como había indicado ya Clinton en Ginebra, Rice confirmó el establecimiento de contactos con representantes de la oposición y de la sociedad civil libia. «Nos encontramos en contacto con todo tipo de elementos de la sociedad civil, para asegurarnos de que apoyamos lo mejor posible las aspiraciones libias en favor de la justicia y la libertad», señaló la embajadora.
No obstante, rechazó identificar a un grupo en concreto, al indicar que la oposición libia está «dispersa» y no cuenta con un líder claro.
En Bengasi, la principal ciudad bajo control de los rebeldes, el ex ministro de Justicia libio Mustafa Abdel Jalil ha anunciado la formación de un gobierno alternativo, aunque hasta el momento EEUU ha tenido buen cuidado en no pronunciarse acerca de un posible apoyo.
Las declaraciones de la embajadora se producen después de que el líder libio haya asegurado, en una entrevista concedida a la cadena de televisión ABC: «Mi pueblo me ama», y negara que su Gobierno ha atacado a quienes se le oponen, en momentos en que los rebeldes se acercan cada vez más a Trípoli.
Esas declaraciones, señaló Rice, muestran a un Gadafi «enajenado» y muestran «lo incapacitado que está para gobernar y cuán desconectado de la realidad se encuentra». En adelantos de la entrevista, la periodista Christiane Amanpour indicó que, entre otras declaraciones, Gadafi había afirmado: «Mi pueblo me ama y morirían para protegerme», y rechazó reconocer que hubiera habido manifestaciones en las calles de Trípoli.
Asimismo, Gadafi calificó al presidente de EEUU, Barack Obama, como «una buena persona», pero al que quizá se le ha dado «información equivocada». El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, consideró hoy que el exilio podría ser «una posibilidad» para solucionar la crisis, de manera que se pusiera fin al baño de sangre en el país árabe.