Irlanda del Norte celebra este jueves unas elecciones autonómicas marcadas por el rebrote de la violencia de los disidentes del IRA y la incertidumbre sobre el resultado final, ya que el Sinn Fein, por primera vez en su historia, podría convertirse en el partido más votado.
No será fácil que el antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA) supere en votos al mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP), aunque el complejo sistema electoral norirlandés mantiene, ahora más que nunca, esta posibilidad abierta.
Además de designar su primera preferencia, cada votante puede después, si así lo desea, dar sus siguientes sufragios al resto de los candidatos inscritos en su circunscripción.
Tradicionalmente, los partidos protestantes y los católicos se han repartido el voto de sus respectivas comunidades, lo que ha asegurado siempre una victoria unionista, el sector de población mayoritario en la provincia británica.
El DUP y el Sinn Fein creen ahora que, cinco años después de que acordasen formar un Gobierno de poder compartido, la situación política se ha normalizado hasta tal punto que no descartan transferencias de votos de antiguos enemigos.
Ambas formaciones continúan comprometidas con sus objetivos históricos, ya sea en el mantenimiento de la unión con el Reino Unido de los primeros o la unificación de Irlanda de los segundos, pero coinciden en que dichas cuestiones se decidirán a través de la vía democrática.
Sin lazos paramilitares, el Sinn Fein, según sus líderes, es una opción atractiva para los unionistas más progresistas que no estén totalmente de acuerdo con el conservadurismo del DUP del ministro principal norirlandés, Peter Robinson, y del Partido Unionista del Ulster (UUP, tercera formación).
Robinson, por contra, ha opinado durante la campaña electoral que «muchos católicos romanos» ven con buenos ojos la política económica de su partido, al tiempo que desconfían del «izquierdismo extremo» del Sinn Fein y del «izquierdismo», a secas, del Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP, nacionalista moderado).
Menos claro se ha mostrado el líder unionista cuando se le ha preguntado si apoyaría la candidatura del «número dos» del Sinn Fein y viceministro principal, Martin McGuinness, a sustituirle al frente del Ejecutivo en caso de victoria de los republicanos.
Ha recordado, no obstante, que el consenso generalizado es que el puesto de ministro principal debe ser ocupado por el líder del partido que represente a la comunidad mayoritaria en la provincia británica, que hasta que no cambie su demografía, seguirá siendo la protestante.
Con todo esto en juego, Robinson y McGuinness han efectuado constantes llamamientos al electorado para que acuda en masa a votar a fin de hacer frente a la aparente falta de interés que han generado estos comicios y para enviar un claro mensaje a los violentos.
A pesar de contar con escasos apoyos entre la ciudadanía, la amenaza terrorista de los grupos disidentes del IRA, opuestos al proceso de paz, se ha elevado desde hace un par de años a su nivel más alto.
El pasado mes, una de estas escisiones, el IRA Auténtico asesinó al policía católico Ronan Kerr en la localidad de Omagh (oeste de Irlanda del Norte), su primera víctima mortal desde el tiroteo que acabó con la vida de dos soldados británicos en 2009 en una base militar de Antrim, al norte de Belfast.
Once años antes, esta escisión del IRA daba a conocer su oposición al acuerdo de paz del Viernes Santo (1998) perpetrando el atentando más sangriento en la historia del conflicto norirlandés en Omagh, una acción que causó 29 muertos, dos de ellos españoles y más de 300 heridos.
Robinson ha pedido al electorado que no se mantenga en silencio mientras se libra una batalla entre «la democracia y el terrorismo» y que demuestre en las urnas que «no está dispuesto a volver a un pasado de conflicto y violencia».