El autor confeso del doble atentado de Noruega, Anders Behring Breivik, se entregó a la policía con las manos en alto y después de haber depuesto sus armas, informaron este miércoles fuentes de la policía, cinco días después de los ataques que costaron la vida a 76 personas.
Breivik, al que los servicios secretos noruegos (PST) consideran un «lobo solitario», se entregó tras quedar rodeado por agentes de la unidad especial Delta en la isla de Utøya.
«Le gritamos que éramos policías armados para llamar su atención. De pronto lo tuvimos ante nosotros, con los brazos en alto sobre la cabeza. Su arma estaba 15 metros detrás de él y lo detuvimos con toda normalidad», relató un miembro de ese comando, Jacob Baertnes, en conferencia de prensa.
La fuente policial no dio más detalles acerca de cómo se procedió al arresto ni tampoco se pronunció respecto a una supuesta demora hasta que las fuerzas de seguridad llegaron a la isla.
La operación policial ha sido objeto de crecientes críticas, ante el goteo de informaciones aparecidas según las cuales los agentes no llegaron con la celeridad debida porque no tenían un bote a punto, según unos medios, o a que no pudieron utilizar un helicóptero por razones presupuestarias, según otros.
Breivik asesinó a 68 participantes en el campamento de las juventudes socialdemócratas de la isla, tras disparar indiscriminadamente durante más de una hora mientras los asistentes a la reunión, adolescentes en su mayoría, trataban desesperadamente de huir, lanzándose a las aguas del fiordo, o de esconderse en el bosque.
Las ocho víctimas restantes murieron en un atentado con bomba contra un edificio gubernamental en Oslo del que también Breivik confesó su autoría.
En su primera comparecencia ante el juez, Breivik confesó este martes ser el autor de la matanza aunque dijo no reconocerse culpable, tras lo que afirmó que contaba con dos células de su organización.
La jefa del espionaje noruego, Janne Kristiansen, calificó a Breivik de «lobo solitario» en declaraciones a la televisión británica BBC.
Breivik, noruego y de 32 años, ingresó en prisión preventiva y estará cuatro semanas en régimen de aislamiento.El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, reiteró su llamada a la entereza, convencido de que Noruega «no se dejará doblegar» por el doble atentado que causó 76 muertos, y prometió analizar la criticada reacción de la policía.
Stoltenberg salió así al paso a las crecientes críticas sobre la actuación de la policía tras el atentado del complejo gubernamental de Oslo, en el que murieron ocho personas, seguido del tiroteo de la isla de Utøya, con 68 víctimas mortales.
En los medios salta día a día un goteo de informaciones que van de recortes de partidas presupuestarias -que habría impedido el uso de un helicóptero para detener antes a Anders Behring Breivik- o fallos de coordinación, así como penosas correcciones en el número de víctimas, puesto que algunos cadáveres se contaron dos veces.
Frente a esa situación, y mientras desde su gobierno se sigue respaldando la acción policial, Stoltenberg apeló a un regreso a la normalidad, ya que la respuesta de Noruega a la «brutal violencia» seguirá siendo la defensa de «la libertad, la apertura, la tolerancia y la democracia».
Tras agradecer las muestras de solidaridad «llegadas de todas partes del mundo· y «de cada esquina de nuestro país», el primer ministro añadió que el desafío en estos momentos de «inconmensurable dolor» es encontrar un camino «entre la tristeza y la esperanza».
La prioridad es «darnos y dar consuelo», luchar por una «mayor participación política» y un «aún mayor compromiso con la democracia».
Stoltenberg recordó que el campamento de las juventudes socialdemócratas de la isla de Utøya era «la cantera de nuestros mejores talentos políticos».
Recordó a este respecto que él mismo había visitado Utøya todos los años, desde 1976, y repitió la llamada a «reconquistar la isla para nuestros jóvenes» lanzada unos días atrás por el líder de las juventudes socialdemócratas (AUF), Eskil Pedersen.
La propia entereza de Stoltenberg, arquetipo estos días del político cercano a su pueblo y a los medios, incansable pese a haber perdido «muchos, muy buenos amigos» en el ataque a la isla, no llega a neutralizar las dudas sobre la gestión policial.
El afán por recuperar la normalidad sufrió un retroceso este martes con la evacuación durante dos horas de la estación central de ferrocarril de Oslo, a causa de la alarma desatada por una maleta abandona que resultó inocua.
Poco después se difundió la noticia de que la policía buscaba a un presunto «admirador» de Breivik, al que los medios definían como «psicológicamente inestable» y «peligroso» y que el pasado lunes fue puesto en libertad tras haber atacado una comisaría de la policía.
Parte de las dependencias gubernamentales afectadas por la explosión volvieron a la actividad, pero Oslo está aún lejos del regreso a la normalidad, en tanto que los servicios secretos y policía tratan de establecer si Breivik actuó en solitario o si tiene dos células de apoyo, como declaró ante el juez instructor.
Frente a todas las críticas, el ministro de Justicia, Knut Storberget, afirmó, tras reunirse con los responsables de las fuerzas especiales, que los agentes que acudieron a la isla de Utøya tras el tiroteo son «héroes».
«Les he llamado anteriormente héroes y son nuestros héroes. Esos a los que he visitado hoy son los que estuvieron en primera línea y los que ayudaron a recobrar el control en un situación muy complicada», aseguró Storberget.
Agregó que Noruega «debería sentirse orgullosa» de esta unidad especial y subrayó que con su visita quería mostrarles a estos agentes su «reconocimiento» y «apoyo» frente a las críticas.