Amnistía Internacional (AI) ha denunciado este viernes que fuerzas leales al líder libio, Muamar Gadafi, dejaron morir de asfixia a 19 detenidos en el interior de contenedores metálicos al sol el pasado mes de junio en el noroeste del país.
Tres supervivientes han relatado a AI cómo el 6 de junio las fuerzas leales a Gadafi les torturaron y después les hacinaron junto a otros 26 hombres en dos contenedores de carga en una zona de obras en Al Jums, 120 kilómetros al este de Trípoli.
Allí, los detenidos soportaron temperaturas superiores a 40 grados centígrados y bebieron su propio sudor y orina cuando se terminaron las escasas existencias de agua, mientras sus captores les gritaban «callaos, ratas» cuando gritaban pidiendo ayuda.
«Sin duda es un trato atroz e inhumano el que han recibido estas personas, en su mayoría civiles», ha subrayado Diana Eltahawy, investigadora de Amnistía Internacional sobre el Norte de África, que se encuentra actualmente en Libia. En este sentido, la ONG incide en un comunicado en que «constituye un crimen de guerra el hecho de que cualquier parte en un conflicto mate o torture a prisioneros».
El equipo de Amnistía Internacional ha examinado los dos contenedores metálicos utilizados para recluir a los detenidos en Al Jums. Ambos carecían de ventanas y, con las puertas cerradas, la única ventilación era a través de varias decenas de agujeros de bala abiertos en la chapa metálica, explica la organización.
En el contenedor más grande fueron recluidas 19 personas, de las cuales diez sobrevivieron. Del contenedor más pequeño, de 2 por 6 metros y en el que había diez personas recluidas, sólo salió una con vida. Según AI, algunas llevaban recluidas en el lugar desde el 20 de mayo.
Los guardias abrieron finalmente los contenedores el 6 de junio y los once supervivientes fueron trasladados a otros centros de detención en Trípoli.
Todos ellos quedaron en libertad el 21 de agosto, y uno de ellos murió más tarde de un fallo renal.
Relatos de los supervivientes
Uno de los supervivientes, Mohamed Ahmed Ali, maestro de escuela y padre de ocho hijos, ha relatado que unos hombres armados le detuvieron el 20 de mayo en su casa tras haber participado en las protestas antigubernamentales de Al Jums. Tras su arresto, le obligaron a arrodillarse y le aplicaron descargas eléctricas, además de golpearle en la cabeza y la espalda con cables metálicos.
Según este superviviente, el 6 de junio algunos de los detenidos tenían problemas para respirar y estuvieron aporreando las puertas metálicas hasta el amanecer, suplicando más ventilación y agua. «A mi alrededor todo el mundo se desmayaba. Teníamos la ropa empapada en sudor. Muchos murmuraban la ‘shehada’ (afirmación de fe musulmana que se recita en el umbral de la muerte). Gritábamos: ‘Vamos a morir aquí, dejadnos salir'», ha explicado a AI.
Otro superviviente, Faraj Omar al Ganin, de 27 años, ha contado que, a medida que pasaban las horas, los detenidos eran presa de la desesperación y varios empezaron a beber su propio sudor y orina. «Durante horas suplicamos ayuda; igual que los detenidos del otro contenedor», recuerda Al Ganin.
«Luego empezó a instalarse un silencio inquietante. Me di cuenta de que era el único que estaba consciente. Grité: ‘Todos han muerto’. Finalmente, los guardias abrieron las puertas. Me obligaron a sacar los cadáveres arrastrándolos por los pies», ha señalado.
Abdel Rahman Moftah Ali, de 24 años, fue el único superviviente del contenedor más pequeño y vio morir a todos sus compañeros. «Ninguno nos sosteníamos ya en pie. A varios les salía espuma por la boca (…). Vi caer al suelo uno a uno a todos mis compañeros de celda y quedarse inmóviles (…). Creo que yo también me caí y me golpeé en la cabeza (…). Finalmente recuperé el conocimiento, estaba cubierto de sangre (…). Aquello fue un verdadero infierno», ha asegurado.
Estrella Digital/EP