Los rebeldes libios son «muy optimistas» sobre la posibilidad de que la ciudad de Bani Walid, una de las tres que aún se mantienen leales al huido coronel Muamar el Gadafi, se rinda en las próximas horas sin oponer resistencia armada.
Así lo declaró este sábado a Efe un portavoz militar de los rebeldes en Trípoli, quien confirmó que las negociaciones han avanzado con gran celeridad en las últimas horas.
La cúpula rebelde, que acantona fuerzas desde hace días en el extrarradio de esta localidad del desierto situada a unos 120 kilómetros al suroeste de Trípoli, había advertido a los líderes tribales de esta ciudad de que si no entregaban las armas, asaltaría la urbe el domingo a las 08:00 GMT.
«Todo está dispuesto para entrar en la ciudad, pero esperamos que no haya que derramar más sangre. Ya hemos combatido demasiado entre los libios», confirmó a Efe vía teléfono uno de los comandantes que se halla en un cuartel arrebatado a los gadafistas en la localidad vecina de Tarhuna.
A este respecto, fuentes militares en Trípoli revelaron a Efe que el diálogo se centra desde hace días en la exigencia de los asediados de que no haya represalias contra aquellos que han sido fieles a Gadafi. «El Consejo Militar en Trípoli me ha informado hace unos minutos de que existe la posibilidad de que Bani Walid se una a los revolucionarios y quede bajo su control», subrayó este sábado en rueda de prensa el viceprimer ministro rebelde, Alí Tarhouni.
La caída de Bani Walid sería el principio del fin
La eventual caída de Bani Walid, uno de los vértices del triángulo de la resistencia junto a la ciudad desértica de Sebha y la costera de Sirte, cuna del dictador, es contemplada por el mando militar rebelde como el punto de inflexión definitivo para el fin del conflicto armado.
«Creemos que si Bani Walid se entrega sin derramamiento de sangre, el resto de las ciudades se entregarán», explicó a Efe el general Omar al Hariri, uno de los responsables militares del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio.
Además, los rebeldes creen que en la ciudad podría estar escondido el propio dictador, quien el jueves, en un mensaje que le fue atribuido por la cadena por satélite siria Al Rai, amenazó con una «larga guerra de guerrillas».
Su información se fundamenta en el relato telefónico de algunos de los habitantes de la ciudad, que también afirman haber visto en sus calles a Seif el Islam, el hijo más belicoso de Gadafi.
El CNT ha insistido en numerosas ocasiones en que no dará por finalizadas las operaciones militares ni declarará la victoria definitiva hasta que no haya sido capturado o muerto el que hasta la fecha era el dirigente árabe más longevo en el poder.
Aparte de Bani Walid, también resisten las localidades de Sebha, Jufrah y Sirte, está última en la que podría hallarse el otro hijo con poder militar del dictador, Hamis.
Los rebeldes asedian desde hace semanas esta localidad costera, ciudad natal del dictador, con la esperanza de que el hambre y la sed obliguen a entregar las armas a los cerca de 20.000 gadafistas que se cree que se esconden en sus barrios.
Preocupado por las alarmantes noticias que le llegan sobre la situación humanitaria en Sirte, el Comité Internacional de la Media Luna Roja ha recordado a las nuevas autoridades libias que deben proteger a los civiles.
A este respecto, el presidente del CNT, Mustafá Abdulyalil, volvió este sábado a advertir a los responsables de Sirte que tienen una semana para rendirse y evitar el asalto por la fuerza.
Más conciliador, Tarhouni, por su parte, tendió de nuevo la mano a los resistentes en Sirte, donde según los pocos testimonios que llegan parece que ya no queda ni electricidad ni combustible, y escasea el agua y la comida.
«Este es mi llamamiento a los hermanos de Sirte. Uníos a esta revolución. Os garantizamos seguridad, excepto para aquellos que hayan derramado sangre, hayan aterrorizado y robado al pueblo libio. Incluso esos serán tratados según la ley», afirmó.
«No hay deseo de venganza. Como habéis visto hasta ahora, esta revolución es (liderada) por un buen poder», apostilló el viceprimer ministro.
Redacción