Un soldado estadounidense acusado de matar a tres civiles afganos a sangre fría, se declaró, este jueves, culpable reconociendo que tomó una «mala decisión» cuando disparó a un adolescente que sabía que estaba desarmado. Holmes, además ha sido declarado culpable de poseer un hueso de dedo humano y de consumo de marihuana. La sentencia estaba fijada para este viernes.
El soldado Andrew Holmes, de 21 años, quien el año pasado manifestaba su inocencia, admitió en su consejo de guerra que sabía que era un error abrir fuego con su arma automática contra el chico, pese a las órdenes que recibió de un soldado de más alto rango para hacerlo.
Holmes dijo que cuando el soldado, Jeremy Morlock, quien testificó en contra de Holmes tras ser condenado por tres delitos de homicidio premeditado, dio la orden de disparar, dudó de que «fuera capaz de hacerlo».
«Miré al joven en cuestión, y estaba paralizado» recordaba Holmes sobre el encuentro de enero de 2010 en un pueblo afgano, donde Morlock lanzó una granada tras un muro para simular un ataque a su convoy y después gritó a Holmes para que disparara.
Tras ser interrogado por el juez durante un procedimiento que duró todo el día en la Base Conjunta Lewis-McChord, cerca de Tacoma, Holmes dijo, «cuando me ordenó disparar, simplemente me tendría que haber puesto a cubierto, pero en lugar de eso apreté el gatillo». El acusado insistió en que no tenía intención de matar al chico, pero añadió: «la realidad es que tomé una mala decisión».
Las atrocidades más graves
Las fotografías de las consecuencias del asesinato se hicieron públicas en marzo de este año, poniendo de relieve el caso más flagrante de las atrocidades de las que ha sido acusado el personal militar estadounidense de haber cometido durante diez años en la guerra de Afganistán. Muestran, en imágenes separadas, a Morlock y Holmes en cuclillas sobre el cadáver sangriento de su víctima de quince años, mostrando hacia la cámara su cabeza sujetada por el pelo.
Morlock ha sido condenado a 24 años de prisión por su participación en las tres muertes. El especialista, Adam Winfield, ha sido declarado culpable de un delito menor de homicidio involuntario, y fue condenado, el pasado agosto, a tres años de prisión.
Otros siete soldados fueron acusados de delitos menores. Todos menos uno han recibido condenas y sentencias desde degradación a 60 días de trabajos forzados, y sentencias de cárcel superiores a nueve meses. Algunos de los hombres fueron acusados de coger dedos y otras partes de los cuerpos como trofeos. El hallazgo surgió de una investigación sobre el abuso de las drogas extendido por las tropas.
Estrella Digital/EP