La primera semana del juicio por la muerte de Michael Jackson concluyó este sábado en Los Ángeles, donde los testigos pusieron en evidencia al acusado, el doctor Conrad Murray, por demorarse en pedir auxilio, mentir a los médicos de urgencias y ocultar fármacos en los momentos finales del cantante.
Las sesiones comenzaron el martes con los alegatos iniciales de acusación y defensa, seguidos por los testimonios de los encargados de los conciertos con los que iba a reaparecer el «rey del pop» en julio de 2009, quienes coincidieron en apuntar que el creador de «Thriller» estaba en buena forma los días previos a su deceso.
Michael Jackson falleció el 25 de junio de ese año, víctima de una sobredosis de medicamentos, en especial por los efectos de un potente anestésico llamado Propofol.
La Fiscalía consideró que el doctor cometió una «flagrante negligencia» que causó de forma directa la muerte de Jackson y persigue una condena por homicidio involuntario, mientras que los abogados de Murray señalan al propio cantante como responsable de lo ocurrido.
Según la defensa, Jackson aprovechó un instante en el que su médico estaba ausente al teléfono para aplicarse la dosis letal de propofol, una sustancia a la que aseguran que era adicto.
Murray, un cardiólogo de 58 años, se declaró no culpable de los cargos.
Entre el miércoles y el viernes, la acusación llamó al estrado a varios empleados de Jackson, así como a miembros de su equipo de seguridad y a varios sanitarios que atendieron al cantante la jornada de su muerte, unos testigos que permitieron establecer una secuencia de lo ocurrido.
Según lo relatado y las pruebas presentadas, Jackson sufrió una parada cardiorrespiratoria en torno al mediodía del día 25 de junio cuando estaba tumbado en su cama. Conrad Murray alertó a la cocinera para que pidiera ayuda sobre las 12.10 y le requirió que buscara a Prince Michael, el hijo mayor del artista.
El adolescente, de 14 años, subió con el doctor a la segunda planta de la vivienda, donde estaba el cuarto de Jackson y donde apareció cerca de las 12.20 un miembro del equipo de seguridad que había sido informado de que «algo iba mal» por el asistente personal del cantante, a quien previamente telefoneó Murray.
Ese guardaespaldas, Alberto Álvarez, relató que vio a Jackson con aspecto moribundo y al doctor tratando de reanimarlo con masajes cardíacos poco ortodoxos. Una escena que contemplaron Prince Michael y su hermana Paris, de 13 años, que lloraba desconsolada.
Álvarez fue el encargado de llamar a emergencias a las 12.21 de la tarde y, según comentó, mientras llegaba la ambulancia ayudó a Murray a ocultar frascos de medicamentos y una bolsa con un líquido blanco, que fue reconocido como propofol, conectada a la pierna de Jackson.
Los paramédicos de urgencias entraron en la vivienda apenas cinco minutos después de que se dio el aviso, un corto espacio de tiempo que les hacía pensar que podían salvar al paciente, pero su primera impresión al ver a Jackson no fue buena.
Describieron al cantante como un hombre con aspecto enfermizo cuyo cuerpo estaba frío, los ojos abiertos y secos con las pupilas dilatadas, mientras que Murray parecía «desesperado» y «sudaba profusamente».
Los sanitarios intubaron a Jackson, le conectaron a una máquina para leer sus constantes vitales y practicaron la reanimación cardiopulmonar durante una media hora, al tiempo que le inyectaron dos dosis de epinefrina y atropina para reactivar su corazón. En momento alguno se detectó latido y fue Murray el único que dijo haber sentido pulso.
El médico explicó que estaba tratando a Jackson de «agotamiento» y «deshidratación» y únicamente reconoció que le había administrado el ansiolítico Lorazepam.
El equipo de emergencias iba a declarar muerto al cantante a las 12.57, pero Murray pidió el trasladado al hospital, donde la ambulancia llegó sobre las 13.10 de la tarde.
Allí esperaba la doctora de urgencias Richelle Cooper, que indicó que Jackson entró en el centro médico «clínicamente muerto», a pesar de lo cual intentaron salvarle la vida.
Murray, que viajó en la ambulancia, le explicó a Cooper que Jackson había quedado agotado por los ensayos y que le había dado Lorazepam para ayudarle a descansar. Posteriormente, añadió que el artista tomaba habitualmente Valium y un medicamento para la próstata (Flomax).
En ningún momento habló de Profopol, a pesar de que, según confirmó la propia defensa, Murray había administrado a Jackson esa sustancia durante sus últimos dos meses a petición del artista, algo que también sucedió esa jornada, aunque sus abogados insisten en que se trató de una dosis muy pequeña.
Jackson fue declarado oficialmente muerto a las 14.26 del día 25 de junio de 2009.
El juicio se reanudará el lunes a partir de las 8.45 hora local (15.45 GMT) y está previsto que se prolongue hasta finales de mes.
Estrella Digital/EFE