La agencia de calificación crediticia Standard & Poors (S&P) ha mantenido el rating ‘AAA’ con perspectiva ‘estable’, la máxima nota posible, al Reino Unido, dado que el país cuenta con una economía «rica y diversificada», con flexibilidad en su política fiscal y monetaria y con unos mercados de trabajo y de capitales «relativamente flexibles».
En un comunicado, S&P destaca que el Reino Unido es un mercado de capital con una fuerte demanda de inversores institucionales nacionales, al tiempo que cuenta con una buena demanda de deuda pública en libras esterlinas por parte de inversores no residentes, lo que aporta cierta diversidad a su base de inversores.
Sin embargo, la agencia recalca que, aunque el país ha salido de la recesión, la recuperación ha sido «mediocre», con la producción prácticamente estancada desde el cuarto trimestre de 2010. «En nuestra opinión los esfuerzos del Gobierno británico en los próximos años para diseñar una corrección pronunciada de sus cuentas fiscales probablemente impactarán en la economía», añade.
S&P cree que el país registrará unas tasas crecimiento «relativamente modestas», en torno al 1,8%, en el periodo 2011-2014, lo que contrasta con la estimación del 2,5% realizada por el Gobierno británico. Esta diferencia se basa en que la agencia cree que el reequilibrio de la economía hacia una mayor contribución de sectores centrados en el exterior y menos dependiente del consumo privado basado en el crédito será «más lento» de lo que asume el Ejecutivo de David Cameron.
Asimismo, su previsión de déficit para 2014 es también más pesimista que la oficial, 3,3% frente al 2,6%, debido a que el crecimiento económico previsto por S&P será inferior a la del Gobierno británico.
Por otro lado, la agencia explica que la perspectiva ‘estable’ refleja su opinión de que el Gobierno implementará el grueso de su programa de consolidación fiscal centrado en el control del gasto, lo que es probable que provoque que la deuda neta del Gobierno alcance en 2013 su máximo del 87%, para comenzar luego a descender.
Asimismo, explica que el ‘rating’ podría sufrir presiones a la baja en el caso de que el compromiso del Gobierno con la consolidación fiscal «se tambalee», en parte como respuesta a unas menores perspectivas de crecimiento. Además, tampoco sería positivo para la calificación un empeoramiento de sus previsiones de déficit o de su opinión sobre la capacidad del Ejecutivo para implementar su actual estrategia fiscal.