El socialista François Hollande, que ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas al obtener el 51,6 por ciento de los votos, jurará su cargo el próximo 15 de mayo, según ha informado este lunes una fuente del Elíseo.
Hollande acompañará al presidente saliente, Nicolas Sarkozy, durante una ceremonia anual que se celebrará este martes, que es un día festivo en Francia, para conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial, según la fuente.
La victoria de Hollande
François Hollande ha ganado la segunda vuelta de las elecciones en Francia y quiso que el cambio se notase desde el primer momento.
En el escenario de la plaza central de Tulle -pueblo de la región de Carrèze del que fue alcalde y que ha sido un fuerte feudo socialista durante los años de gobierno de la derecha-, el próximo presidente de Francia pronunció un comprometido discurso en el que dejó claras sus intenciones de cambio, enumerando los fundamentos de la Francia republicana que para muchos franceses Sarkozy había olvidado: Igualdad, justicia, laicidad y fraternidad.
En clave nacional, Hollande mandó un claro mensaje a la ultraderecha, de cuyas ideas ha ‘bebido’ Sarkozy al promover la crispación entre razas en el país.
“Todo lo hecho para separar a nuestros ciudadanos ha acabado”, ha dicho, frase que supone un respiro de alivio en medio del encendido ambiente que se respira en Francia con respecto a la inmigración y del que muchos culpan directamente a los políticos de la derecha. “Esta noche, ya no hay dos Francias enfrentadas. Cada uno de vosotros seréis tratados con igualdad de derechos y deberes”, ha sentenciado, levantando aplausos y vítores.
Mohammed, taxista egipcio de 47 años, asegura que el racismo es un gran problema en toda Francia, también en París. “Sarkozy ha envenenado el ambiente, hace unos años esto no era así”, asegura, esperanzado con que el cambio de Gobierno relaje el odio racial, que ahora campa a sus anchas.
Y eso, ‘rassembler’ (unir), ha sido el leitmotiv de la campaña socialista. “Ha habido muchas fracturas, muchas heridas, muchas rupturas que han separado a los ciudadanos. ¡Se acabó!”.
Pero Hollande sabe que la importancia de estas elecciones trasciende las fronteras francesas y que muchos países europeos esperan un cambio de rumbo en las políticas económicas que se han llevado a cabo en los últimos años por la alianza conservadora franco-alemana. “Estoy seguro de que (para ellos) esto ha sido un respiro, una esperanza; la idea de que por fin la austeridad no debe ser una fatalidad”. El cumplimiento de estas palabras podría relajar los objetivos de reducción del déficit que ahoga las economías del sur de Europa e impulsar políticas de crecimiento más allá del simple ajuste presupuestario. “Eso es lo que le diré lo más pronto posible a nuestros colegas europeos. Y primero a Alemania, en nombre de la amistad que nos une y de la responsabilidad que tenemos en común”.
El gobierno de Angela Merkel no ha tardado en valorar el resultado de las elecciones en el mismo sentido. Según publica el diario Libération, el ministro de Exteriores alemán ha asegurado que trabajarán por un “pacto de crecimiento para Europa”.
La euforia ha recorrido las principales ciudades de Francia y ha llegado también a París, donde los gritos de alegría y los cláxones se podían oír por todas las calles. El ambiente en la capital francesa anoche se parecía más al de la final de un mundial de fútbol que al de una jornada electoral, lo que retrata las ansias de cambio en el país tras 17 años de gobiernos conservadores. Miles de personas se concentraron desde primeras horas de la tarde a las puertas de la sede socialista de la calle Solférino. Pero con el paso de las horas, los simpatizantes se fueron trasladando a la plaza de la Bastilla, lugar icónico de la izquierda donde el expresidente Mitterrand celebró sus éxitos electorales.
Hollande voló hasta allí para pronunciar su segundo discurso de la noche delante de las decenas de miles de personas que lo esperaban amenizados por un macroconcierto callejero. La ‘Francia de todos’ que quiere Hollande se reflejaba en la mezcla de razas de sus seguidores y en las diferentes banderas que éstos portaban.
Entre gritos de “Hollande, Président!” y “Sarkozy c’est fini!”, el líder socialista se proclamó “presidente de la juventud francesa” rodeado de la cúpula del partido, entre los que se encontraba su expareja, la que fuera candidata en las elecciones de 2007, Sègolene Royale.
El acto finalizó con la entonación colectiva de la Marsellesa y ha marcado el inicio de un nuevo tiempo político en Europa.