Rafael Díaz es doctor y profesor universitario y actualmente dirige en España ESNE, un modelo de centro universitario que trabaja en la innovación, el diseño y la formación en carreras oficiales con futuro en un mundo laboral lleno de incertidumbre por los grandes cambios tecnológicos que se están produciendo en el mundo. Es un dinamizador de la campaña electoral de Don Hipólito Mejía.
¿Cuál es el valor que aporta un candidato que ya fue Presidente?
Rafael Díaz: Hipólito Mejía es un referente político y un líder moral de nuestro país. En su decisión de presentarse pesa más la necesidad de dar respuesta a los problemas del país, heredados de una administración que ha sido incapaz de resolverlos, que la ambición presidencial. Es más, Don Hipólito es una garantía de que su paso, nuevamente, por la Presidencia no pretende otra cosa que contribuir a fortalecer nuestra democracia y a mejorar las condiciones de vida de los dominicanos, con un proyecto de país que una a nuestros compatriotas en torno a su figura y no que nos divida en función de intereses partidistas, personales o de cualquier otro tipo.
¿Y qué valor aporta su programa?
Primero, el de un compromiso moral y político con nuestra sociedad, que es, como le decía, muy importante, porque lo que le ocurre a nuestro país es que caminamos por un sendero sin objetivos, sin perspectiva y sin saber muy bien qué modelo de sociedad necesitamos para paliar los grandes desajustes que nos afectan. En segundo lugar, Don Hipólito propone y aporta soluciones concretas en terrenos en los que es indispensable centrar una acción eficaz de gobierno, tales como la vivienda, la educación, o la planificación urbana adecuada a las necesidades reales de nuestros ciudadanos.
Visto desde fuera, ya que usted vive en España, Cual es la aportación diferencial de su candidato con respecto a la dinámica habitual en la política de su país
La de haber entendido cuales deben ser las aspiraciones de los dominicanos en un mundo globalizado que camina entre sombras de crisis y oportunidades para los países emergentes. Yo creo que la república Dominicana está en condiciones de dar un gran salto e instalarse en el siglo XXI de forma sólida, para ello Hipólito Mejía confía todos sus esfuerzos en la juventud y en la formación. Yo entiendo, si me permite que lo diga, bastante sobre esto. He trabajado en universidades norteamericanas y dirijo ahora un centro universitario en España. La formación es el gran reto que hay que conquistar en este nuevo siglo.
¿Cómo?
Con un gran plan nacional formativo que atienda a las necesidades inmediatas de facilitar competencias en profesiones de interés público a una generación sin expectativas. Integrando a la mujer joven en el sistema educativo y desarrollando una política universitaria que cualifique y profundice en el conocimiento, la innovación y la investigación, haciéndonos dar un paso de gigantes para ser un verdadero país de primera que rompa con el clásico y desesperante estereotipo del dominicano con pasividad caribeña. Para eso es preciso un acuerdo nacional que solo un líder y un referente moral del país puede conseguir, superando diferencias que ante los grandes desafíos sólo tienen un valor minúsculo.
Además de la formación, la República Dominicana tiene problemas estructurales…
Como la vivienda. Y no es un problema menor. La vivienda puede ser varias cosas a la vez: un objetivo de movilización nacional para salir del subdesarrollo de las infraviviendas, un gran catalizador de la actividad económica evitando las temibles burbujas que se han vivido en este país, y sobre todo, un dinamizador social que permita mejorar la calidad de vida y el bienestar básico que permita, luego, ponernos manos a la obra en nuevos y fascinantes proyectos con una buena base de progreso en la que estos se asienten.
Para eso es indispensable un plan, de igual modo que en el caso de la formación, que contemple el acceso a una vivienda digna y una planificación urbana adecuada como objetivos nacionales que nos integren a todos en un propósito común y no se limite a ser un asunto de negocio privado en el que los políticos habituales hacen el cálculo espurio de sus beneficios personales.
Mis conciudadanos deben valorar la importancia de poder contar con un candidato que ya es Presidente, porque está en nuestra historia reciente, que no está haciendo carrera para satisfacer su ambición personal sino que vienen de regreso a la política para arrimar el hombro y ayudar al progreso de nuestro país.
El 20 de mayo, se despejará la incógnita.
RGR