Los observadores llevaban intentando entrar desde el pasado jueves, cuando fueron retenidos en un puesto de control militar y por un grupo de civiles.
Según fuentes opositoras, las fuerzas gubernamentales bombardearon el pasado miércoles la aldea de Mazraat al Qubeir, situada a 20 kilómetros al noroeste de Hama, e irrumpieron posteriormente en ella junto a hombres armados vestidos de paisano, matando a 78 personas –la mitad de la población– e incinerando la mayoría de los cadáveres. No es posible verificar este tipo de informaciones a causa de las restricciones a los medios internacionales.
Los observadores de la ONU ya había visitado anteriormente la ciudad de Hula, en la que, según fuentes opositoras, las fuerzas de seguridad y los paramilitares del régimen asesinaron a 108 personas, la mitad de ellas niños, el pasado 25 de mayo. El Gobierno sirio ha condenado las matanzas de Hula y Mazraat al Qubeir, que ha atribuido a «terroristas».
La televisión estatal siria, aparentemente informando desde la misma Mazraat al Qubeir, ha interrogado a varias personas que, con los rostros cubiertos, han acusado de la matanza a un grupo de 500 rebeldes. «Apuñalaron a hombres, mujeres y niños, estos es horrible», ha declarado una mujer.
Paul Danahar, corresponsal de la cadena británica BBC, ha dicho que ha estado con el equipo de la ONU en ese pueblo y ha descrito en la red social Twitters las huellas visibles de las escenas de violencia que se vivieron allí.
«Frente a mí hay un trozo de cerebro, en la esquina hay una masa de sangre coagulada (…). La casa más grande de las dos que hay en la colina de Al Qubeir ha quedado destrozada por los proyectiles. El hedor a sangre aún es fuerte», ha explicado. «Por dentro, los edificios están destrozados. La ONU aún no ha encontrado a ninguna persona», ha añadido.
Un observador de Naciones Unidas ha declarado por teléfono a la agencia Reuters que unos residentes de la zona rodearon los coches del equipo de supervisores para impedirles el paso.
Estrella Digital/EP