martes, noviembre 26, 2024
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El problema Susan Rice

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Varios senadores Republicanos siguen oponiéndose a la posible candidatura de la actual embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas Susan Rice a secretario de estado de la segunda legislatura del Presidente Obama. Su oposición se desprende en gran medida de la reiterada insistencia por parte de Rice en que, 5 jornadas después de que los terroristas asesinaran a 4 estadounidenses en una delegación diplomática norteamericana en Libia, la masacre era consecuencia de la indignación musulmana espontánea por un vídeo de aficionado. El Senador John McCain dijo en un extremo que Rice era «inapropiada» para el puesto.

Para evaluar la aptitud, hay que pedir opinión a aquellos que pasaron primero por el puesto de secretario de estado. Más de uno dice que ella ha dicho o hecho estupideces, o pasado por el puesto sin pena ni gloria.

En 1929 Henry Stimson desmanteló las únicas instalaciones criptográficas del país, ubicadas en el Departamento de Estado, con la vaga observación de que un caballero no se dedica a leer el correo de otro caballero. (La Segunda Guerra Mundial lo moderó, cuando siendo secretario de guerra supervisó la creación de una robusta iniciativa de espionaje criptográfico). Más recientemente, el secretario de estado de la administración Clinton Warren Christopher se cargaba la imagen del puesto realizando diversas peregrinaciones inútiles a Siria, donde en una ocasión esperó a bordo de su aparato durante más de media hora en Damasco para ser informado de que el dictador sirio Hafez Assad estaba demasiado ocupado para recibirle. Assad calculó con acierto que el bofetón le saldría gratis.

En función de este modesto rasero, hay quien cree que Susan Rice es la persona idónea. Pero el rasero moral también es relevante, y es en esta categoría donde es relevante el episodio de Bengasi.

Obama ha dicho que Rice no debe ser criticada porque «no tenía nada que ver con Bengasi»

El presidente ha dicho que Rice no debe ser criticada porque «no tenía nada que ver con Bengasi», por lo que no disponía de la información cuando hizo un relato equivocado de los acontecimientos. Según Obama (y ella), simplemente repetía las pautas proporcionadas por un amorfo y anónimo «círculo de la Inteligencia».

Pero Rice sí que sabía algo. Sabía que no tenía nada que ver con Bengasi. Sabía que después de los ataques, el presidente había insistido en que los líderes estadounidenses no debían «disparar primero y preguntar después» sino «asegurarse de que las intervenciones que se hacen están respaldadas por los hechos». Sabía que la historia del vídeo era cuestionable porque la Senadora Dianne Feinstein (secretario del Comité de Inteligencia del Senado) y diversos funcionarios de la administración ya habían dicho públicamente que el atentado estaba relacionado con Al Qaeda. Y sabía que el presidente tenía interés político en afirmar públicamente que Al Qaeda no estaba atacando con éxito a altos funcionarios estadounidenses, sino que estaba «en desbandada», como sostuvo él en campaña electoral.

Los senadores pueden preguntar por tanto a Rice por el motivo de salir a la palestra a hablar de Bengasi, y el papel que habría jugado su ambición personal en su disposición a asumir el papel conocido durante la Guerra Fría de «tonta útil».

Rice también puede ser preguntada por lo que sabía de las operaciones de Al Qaeda en Libia. Como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de su «Comité de Sanciones a Al Qaeda», tiene acceso privilegiado, por ejemplo, a la información relativa a la filial de Al Qaeda Grupo Combatiente Islámico Libio, objeto de sanciones y que según el Consejo «está presente al este de Libia».

Rice consideró usentarse del discurso de Benjamin Netanyahu ante la Asamblea General de la ONU

Los senadores también pueden explorar la trayectoria de Rice en la ONU. El motivo, por ejemplo, de que considerara ausentarse del discurso del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu ante la Asamblea General en septiembre, propósito del cual era ofrecer a la comunidad global una dolorosa explicación de la razón de que Irán deba ser detenido antes de poder militarizar su creciente arsenal de uranio enriquecido.

Luego está la cuestión de la participación estadounidense en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas durante los tres últimos años, junto a baluartes como China, Rusia o Arabia Saudí (que dentro de poco serán reemplazados por Pakistán, los Emiratos Árabes Unidos, Costa de Marfil y Venezuela). Rice ha defendido de forma constante la presencia de América en el Consejo, al tiempo que presume ante el Congreso de que Estados Unidos «logró que Irán retirara su candidatura el año pasado». Omitió que, a cambio, la administración Obama respaldó a Irán cuando salió elegido para encabezar la principal organización de derechos de la mujer en las Naciones Unidas, la Comisión del Estatus de la Mujer.

Frente a las sucesivas condenas a Israel por parte del Consejo de Derechos Humanos, Rice decía al Congreso en abril de 2011 que «los resultados habrían sido peores si América hubiera estado al margen… Israel sería criticado sin contemplaciones«. «El diálogo y el liderazgo» de América, decía, «están obteniendo resultados». Pero dos semanas antes, el Consejo concluía su sesión de marzo de 2011 adoptando más resoluciones condenando a Israel que durante ninguna otra sesión de su historia.

En febrero de 2011, Rice vetaba una resolución del Consejo de Seguridad que condenaba a Israel por construir asentamientos, pero ella manifestaba su acuerdo con el contenido de la resolución en términos extremos, llegando a tocar la construcción dentro de los asentamientos existentes y en la capital de Israel. «La actividad israelí de asentamiento» ha erosionado «las esperanzas paz y estabilidad en la región», decía, añadiendo que «vulnera los compromisos internacionales de Israel y destruye la confianza entre las partes… Convenimos con nuestros colegas el Consejo — y con el mundo en general, en la práctica — con la locura y lo ilegítimo de la constante actividad israelí de asentamiento».

Preguntada este mes por los planes de «los expertos» del Consejo de Derechos Humanos de crear una «unidad especial de investigación» y dar parte de las violaciones del derecho internacional y los posibles «crímenes de guerra» fruto del uso de vehículos no tripulados por parte de América, Rice decía diplomáticamente que Estados Unidos «tiene dudas de lo idóneo de este enfoque, pero seguiremos examinando sus ventajas».

Los esfuerzos de Rice en el Consejo de Seguridad vienen siendo tristemente escasos

A tenor de la cuestión crítica del programa nuclear de Irán, Rice solamente ha sido capaz de alcanzar una única resolución, en junio de 2010, y con el menor apoyo de cualquier otra resolución del Consejo de Seguridad aprobada durante la administración George W. Bush.

Con respecto al devastador escenario de Siria, los esfuerzos de Rice en el Consejo de Seguridad vienen siendo tristemente escasos. Los rusos (con los que supuestamente América ha «relanzado» su relación) y los chinos la tienen bastante disuadida.

Otros ejemplos, tanto de sus inexplicables ausencias de las Naciones Unidas como de su presencia inconsecuente, abundan. Y aunque el presidente, no la embajadora ante la ONU, toma las decisiones de la política exterior, tenemos derecho a preguntar qué opinión tendría la Rice Secretario de Estado de las actuaciones y las ausencias de la Rice embajadora ante la ONU.

Curiosamente, la otra persona que más se menciona como posible secretario de estado es el Senador John Kerry, que en los 70 no sólo se deshizo de sus distinciones militares y prestó testimonio diciendo que sus colegas militares de Vietnam eran criminales de guerra sino que en el año 2004, dijo en un debate presidencial que Estados Unidos no debería utilizar su fuerza militar sin invocar «una consulta global» y tener la aprobación internacional. De manera que todo esto es cuestión de elegir al menos malo de los dos males — pero los estadounidenses deberían de saber al menos lo que eligen.

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