Al menos siete personas han fallecido y otras 41 han resultado heridas este miércoles en una nueva jornada de atentados en Irak, en medio de la preocupación de las autoridades por el incremento de los ataques contra civiles y miembros de las fuerzas de seguridad.
En el ataque más sangriento, al menos cuatro policías han muerto y otros tres han resultado heridos a consecuencia de un atentado suicida en la localidad de Jalis, ubicada en la provincia de Diyala. El terrorista empotró un vehículo cargado de explosivos en la puerta de una comisaría.
En la capital, Bagdad, al menos dos civiles han muerto y otros 17 han resultado heridos a consecuencia de la explosión de tres bombas en distintos puntos de la ciudad. Uno de los artefactos ha estallado frente a un popular restaurante situado en el área Rashdiya.
Asimismo, un agente de policía ha fallecido y otros cuatro han resultado heridos tras un ataque armado contra un puesto de control ubicado en la localidad de Bayi, en la provincia de Salaheddin.
Por otra parte, diez agentes han resultado heridos a consecuencia de la explosión de dos bombas contra dos patrullas en la localidad de Dibis, ubicada cerca de Kirkuk, y en esta última ciudad.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, advirtió a finales de octubre de que su país se enfrenta «a una guerra genocida» e hizo un llamamiento en favor de la celebración de una conferencia internacional para hacer frente al terrorismo en Irak.
Más de 6.000 personas han muerto en Irak a causa de la violencia en lo que va de año, mientras los grupos islamistas suníes y otros movimientos insurgentes van ganando terreno en su lucha contra el Gobierno de Bagdad, dominado por miembros de la confesión chií.
Una de las principales preocupaciones derivadas del conflicto en Siria para Bagdad es la presencia en el país del Frente al Nusra, una organización vinculada con Al Qaeda que ya ha sido incluida por Estados Unidos en su lista de organizaciones terroristas, y del Estado Islámico de Irak y el Levante, surgido tras la unificación del Estado Islámico de Irak –la rama de Al Qaeda en el país– y varias milicias salafistas sirias.
En febrero, el Estado Islámico de Irak llamó a levantarse en armas contra el Gobierno de Al Maliki a la población suní de Anbar –la provincia más grande del país y con fronteras con Jordania, Siria y Arabia Saudí– y, por extensión, del resto del país.