Los líderes del G7 -grupo que reúne a Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Alemania e Italia- han apostado en la cumbre celebrada este jueves por el «diálogo» con Rusia para encontrar una «solución constructiva» a la crisis en Ucrania y han aplazado de momento la activación de nuevas sanciones contra Moscú, aunque mantienen la amenaza sobre la mesa si el presidente Vladimir Putin no da más pasos para reducir la tensión.
Este es el mensaje común que transmitirán a Putin la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, François Hollande, y el primer ministro británico, David Cameron, cuando se reúnan con él con motivo de los actos de conmemoración del 70 aniversario del desembarco de Normandía, principio del fin de la Segunda Guerra Mundial, que se celebran el viernes en Francia.
Hollande ha dado a entender que espera además que Putin se reúna durante estas celebraciones con el nuevo presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Ambos han sido invitados y Putin ha confirmado su asistencia tras conocer la presencia de Poroshenko. «Yo sabía lo que podía provocar, el encuentro con Vladimir Putin», ha dicho el presidente galo.
En todo caso, los líderes del G7 han reiterado su condena a la «violación continuada» por parte de Rusia de la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. «La anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia y las actuaciones para desestabilizar el este de Ucrania son inaceptables y deben detenerse», señala el comunicado conjunto aprobado durante la primera jornada de la cumbre.
Las potencias occidentales exigen a Rusia «reconocer el resultado de las elecciones (presidenciales), completar la retirada de sus fuerzas militares de la frontera con Ucrania, detener el flujo de armas y militantes a través de la frontera y ejercer su influencia entre los separatistas armados para que abandonen las armas y renuncien a la violencia».
«Estamos listos para intensificar las sanciones selectivas y aplicar medidas restrictivas adicionales significativas para imponer costes adicionales a Rusia si los acontecimientos lo exigen», amenaza la declaración del G-7.
«Lo principal es ser constructivos, intentar encontrar un acuerdo constructivo y utilizar los canales de comunicación abiertos», ha señalado Merkel, que ha destacado la importancia de que se hayan celebrado las elecciones presidenciales. No obstante, ha avisado de que «si no hay progresos» en las demandas del G-7 a Rusia «tendremos que considerar sanciones del nivel 3 (económicas) porque no podemos permitirnos más desestabilización en Ucrania».
La cuestión de las sanciones contra Rusia volverá a examinarse en la cumbre de líderes europeos del 26 y 27 de junio, aunque la canciller ha dejado claro que «no habrá automatismo» sino que los líderes deberán volver a evaluar la actuación de Moscú.
«El G-7 ha indicado que deben alentarse el diálogo, la reducción de la tensión, el proceso nacido de las elecciones. Pero al mismo tiempo, los países del G-7 están dispuestos, si la situación lo exige, a intensificar las sanciones», ha apuntado también Hollande. A su juicio, entre hoy y el 7 de junio, fecha en que tomará posesión el presidente ucraniano, «se inicia un proceso que puede permitir encontrar las condiciones de una salida de la crisis en Ucrania».
En todo caso, Hollande ha dejado claro que no tiene intención de paralizar la venta de buques Mistral a Rusia porque todavía no se ha activado la tercera fase de sanciones.
Hasta ahora, la UE ha sancionado a 61 dirigentes rusos con la congelación de cuentas y la prohibición de entrar en territorio comunitario. Además, ha suspendido la próxima cumbre con Rusia y las negociaciones sobre liberalización de visados y para un nuevo acuerdo de asociación como represalia por la intervención de Moscú en Ucrania. Estados Unidos ha presionado a Bruselas para reforzar estas sanciones, pero las diferencias entre los Estados miembros han impedido ir más allá. Mientras que Polonia y los países bálticos son partidarios de mayor dureza contra Rusia, otros países como Alemania, Italia o España reclaman apostar por la vía negociadora.
La de Bruselas es la primera cumbre del G-7 (grupo que reúne a Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido Francia, Italia y Alemania) en más de quince años. Sustituye a la reunión del G-8 que estaba prevista en la ciudad rusa de Sochi. Las potencias occidentales decidieron el pasado marzo boicotearla y organizar un encuentro alternativo sin Rusia como represalia por la anexión por parte de Moscú de la región ucraniana de Crimea.