lunes, noviembre 25, 2024
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Apretada segunda vuelta en las presidenciales afganas

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Los candidatos vencedores en la primera vuelta de las elecciones presidenciales afganas, Abdulá Abdulá y Ashraf Ghani, se enfrentarán este sábado en una segunda vuelta marcada una vez más por la amenaza talibán y las denuncias por fraude, pese a lo que se espera que el proceso derive en la primera transferencia democrática de poder de la historia del país.

Abdulá fue ministro de Exteriores entre 1998 y 2001 de la Alianza del Norte –coalición de facciones guerrilleras creadas en 1996 con el objetivo de derrocar el régimen de los talibán– y, posteriormente, entre 2001 y 2005 cuando se retiró para optar a la Presidencia.

Por su parte, Ghani es también un candidato con un gran proyección internacional gracias a sus anteriores trabajos en el Banco Mundial y su papel como ministro de Finanzas, cuando intentó levantar la colapsada economía afgana tras el régimen talibán.

Tras una primera vuelta con una alta participación y una limitada actividad de los talibán –si bien los insurgentes aseguraron haber ejecutado centenares de ataques y haber alterado el proceso–, la mayoría de las miradas se posaron en los numerosos casos de fraude y otros delitos electorales.

De hecho, aunque tanto Abdulá como Ghani se apresuraron a reconocer los resultados que les daban como contendientes en la vuelta definitiva, dejaron clara su disconformidad con la situación y criticaron abiertamente a la Comisión Electoral Independiente (CEI).

Abdulá logró el 45 por ciento de los sufragios, frente al 31,6 obtenido por Ghani. A más distancia se situó Zalmai Rassoul, que, pese a ser el favorito del actual mandatario, Hamid Karzai, terminó tercero, con un 11,4 por ciento de los votos.

En respuesta, el organismo despidió a 3.000 empleados acusados de haber cometido fraude durante la primera vuelta y aseguró que no les permitiría participar en la segunda ronda.

El propio presidente, Hamid Karzai, ha emitido un mensaje en la víspera de las elecciones para solicitar a los organismos electorales que mantengan la neutralidad, al tiempo que ha pedido a la población que acuda a las urnas.

«El día de la votación es de inmensa importancia para la estabilidad de Afganistán y el proceso de empoderamiento de la población», ha indicado.

Posibilidades similares de victoria

De cara a la jornada electoral, ambos candidatos parten con unas posibilidades similares, después de que los últimos sondeos hayan mostrado que Ghani ha recortado distancia, llegando algunos, como el publicado por Glevum Associates, a darle varios puntos de ventaja.

De acuerdo con el censo electoral, doce millones de afganos podrán ejercer su derecho al voto. En la primera vuelta acudieron a las urnas 6.892.816 personas –de las que el 64 por ciento fueron hombres y el 36 por ciento mujeres–, lo que supuso un 57,5 por ciento de participación.

Los resultados definitivos se conocerán, en principio, el próximo 22 de julio. El nuevo presidente recogerá el bastón de mando en un momento clave, a escasos meses de que las fuerzas internacionales se replieguen definitivamente y con la insurgencia talibán al alza. Kabul, además, aún tiene pendiente la firma de un acuerdo con Washington para prolongar la presencia militar estadounidense.

Así, a diferencia de las elecciones de 2004, en las que accedió al poder Karzai, la población acudirá a las urnas en medio de una presencia internacional reducida y con la esperanza de que su injerencia sea mínima en el proceso.

Sin embargo, a pesar de los llamamientos de Naciones Unidas a la participación, parte de los afganos siguen viendo con desconfianza a la comunidad internacional, una brecha que quieren aprovechar los talibán, que han expresado su rechazo frontal a los comicios.

En este sentido, el jefe de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), Jan Kubis, ha resaltado la importancia de la jornada electoral, que ha descrito como «uno de los días más importantes de la historia moderna del país».

«Mi primer mensaje es para el pueblo de Afganistán: aprovecha la oportunidad, consigue el cambio necesario, refuerza los fundamentos de tu futuro, participa en las elecciones», ha manifestado en los días previos a los comicios.

Ameneza talibán

Por su parte, los talibán han vuelto a amenazar con ejecutar atentados durante la jornada electoral y han solicitado a la población que no participe en la «conspiración contra el Islam».

«Esta conspiración ha sido preparada por los estadounidenses. La historia de las invasiones estadounidenses muestran que siempre han confundido al público y que, finalmente, han impuestos sus políticas a las naciones para mantenerlas bajo una brutal ocupación durante años», han sostenido.

Así, han argumentado que «los candidatos a las elecciones son figuras conocidas por haber apoyado a los ocupantes desde el inicio de la invasión contra la religión, la patria y el pueblo».

Por ello, los talibán han pedido a todos los 'muyahidines' que «lleven a cabo sus asaltos de forma organizada, tal y como ha sido planeado». «Deben localizar los colegios electorales y ejecutar ataques», han remachado.

Si bien el Ministerio de Defensa anunció el despliegue de 195.000 efectivos de la Policía Nacional (ANP), de la Dirección de Seguridad Nacional (NDS) y del Ejército Nacional (ANA) durante la primera vuelta, hasta el momento no ha anunciado sus planes para la segunda ronda.

Pese a ello, el hecho de que el líder de Hezb-e-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, haya solicitado a sus seguidores que participen en las elecciones, rechazando el boicot al proceso como en los comicios anteriores, supone una rebaja en la amenaza de atentados durante la jornada electoral.

Hekmatyar, una de las figuras 'muyahidin' de más relevancia durante la guerra contra la Unión Soviética en los ochenta, fue uno de los señores de la guerra que se vieron involucrados en una cruenta guerra civil tras la salida de las tropas soviéticas del país, que se saldó con cientos de miles de muertos, la mayoría de ellos civiles.

El plan de retirada de EEUU 

Los últimos meses del mandato de Karzai han visto la imbricación de los puntos más conflictivos de su mandato, la seguridad y la presencia internacional, en su disputa con Estados Unidos por su negativa a firmar el Acuerdo Básico de Seguridad (ABS), que garantizaría el despliegue estadounidense más allá de 2014.

El mandatario ha presionado en los últimos meses para que Washington se comprometiera a no realizar ninguna operación militar en viviendas de civiles y a impulsar de forma honesta el proceso de paz con los talibán como paso previo a la firma del acuerdo, lo que no ha sido respondido desde la Casa Blanca.

Ante la incapacidad para llegar a un acuerdo, Estados Unidos anunció que negociaría el ABS con el vencedor de los comicios y tanto Abdulá como Ghani se han mostrado dispuestos a proceder a su firma.

Pese a ello, el presidente estadounidense, Barack Obama, adelantó a finales de mayo que el país pretende dejar 9.800 efectivos en Afganistán una vez que las tropas internacionales se retiren del país centroasiático, algo previsto para finales de este año.

«Hacia el final de 2015, habremos reducido esta presencia a la mitad y habremos consolidado nuestras tropas en Kabul y en la base área de Bagram. Un año después, hacia el final de 2016, nuestros militares se habrán reducido al nivel de la presencia normal en una Embajada en Kabul, tal y como hemos hecho en Irak», detalló.

Las tropas estadounidenses han estado en Afganistán desde que lideraron a las fuerzas multinacionales en el derrocamiento del régimen talibán a finales de 2001.

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