El capitán del avión siniestrado de Germanwings intentó entrar en la cabina a golpe de hacha tras exhortar al copiloto Andreas Lubitz a que abriera la puerta, según grabaciones de los últimos momentos del vuelo recogidos por el diario alemán 'Bild'.
«Por el amor de Dios, abre la puerta. ¡Abre la maldita puerta!», gritó el capitán Patrick Sondheimer durante los últimos instantes del vuelo.
Las grabaciones del vuelo recogidas por la Fiscalía francesa revelan un lapso de once minutos desde que el capitán abandona la cabina hasta que el avión se estrella en los Alpes.
Nada más terminar la comprobación del protocolo de aterrizaje, sobre las 10.27 de la mañana, el copiloto Andreas Lubitz indica al capitán Sondheimer que ya puede abandonar la cabina para ir al lavabo. «Ya puedes salir», dice Lubitz. Dos minutos después, el avión comenzó su descenso.
A las 10.32, los controladores de tráfico intentan contactar con el avión, sin respuesta. Es en ese momento cuando se escucha un golpe en la puerta. Es el capitán Sondheimer, consciente de que el avión ha iniciado el descenso e intenta entrar.
«Por el amor de Dios, abre la puerta», grita Sondheimer. A las 10.35 –siempre según la hora de la grabación–, se puede escuchar «un fuerte ruido metálico» contra la puerta de la cabina, posiblemente los golpes de hacha que propina el capitán.
A las 10.36, el capitán Sondheimer grita «¡Abre la maldita puerta!». Es la última vez que se escucha su voz en la grabación.
El avión se estrelló las 10.40, según los registros de vuelo. Lubitz permaneció en silencio durante todo el descenso e ignoró hasta dos avisos de la computadora para ganar su altitud.
Problemas médicos
El copiloto del avión de Germanwings, Andreas Lubitz, estaba buscando tratamiento para corregir problemas de visión que podrían haber puesto en grave peligro su carrera como piloto, según han informado dos fuentes oficiales cercanas a la investigación al 'The New York Times'.
Se desconoce la gravedad de este problema o si podría estar relacionado con su trastorno mental, y no se descarta que esta deficiencia de visión pudiera tener una causa psicológica, según el medio.
Además, Lubitz estaba familiarizado con la zona donde estrelló, como apuntan las investigaciones, el avión de Germanwings. El copiloto visitó de pequeño, entre 1996 y 2003, el club de parapente de Sisteron, según informó un miembro del mismo, Francis Kefer, a i-Tele.