martes, noviembre 26, 2024
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Reino Unido vota en unas elecciones sin claro favorito

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La campaña electoral británica ha cerrado con las mismas incógnitas en torno a la identidad del próximo inquilino de Downing Street y la composición del gobierno que le abrirá las puertas de la residencia oficial, después de que las encuestas apenas hayan registrado cambios en el empate técnico que desde hace meses iguala a conservadores y laboristas y que aboca al próximo parlamento a un nuevo escenario sin mayorías absolutas como el que los comicios de 2010 habían registrado por primera vez en casi 40 años.

Desafiando a la aparente unanimidad de los sondeos, el aspirante a la reelección, el conservador David Cameron, y el candidato laborista, Ed Miliband, reivindicaron su respectiva proximidad al número 10 en una maratoniana jornada en la que se centraron en defender el núcleo fundamental de sus apuestas programáticas para arañar votos en los asientos susceptibles de registrar un vuelco electoral en las generales de este jueves.

Tras haber hecho campaña durante 36 horas consecutivas, Cameron declaró que la victoria está «al alcance» de los 'tories', frente a los estudios demoscópicos que lo ponen por delante en número de diputados, aunque notablemente por debajo de los 307 que había conseguido en 2010, cuando se había quedado a 23 asientos de la hegemonía en Westminster.

En base a las convenciones constitucionales, una guía no vinculante, el primer ministro permanecerá en el cargo una vez completado el escrutinio hasta que quede claro que alguno de los contendientes puede formar un ejecutivo estable. Al respecto, y en una velada concesión a las encuestas, el líder conservador ha reiterado esta jornada que «pondrá al país primero», independientemente del veredicto de las urnas.

Su objetivo, aseguró, es trabajar por alumbrar un gobierno «fuerte y estable», una ambición por la que, de acuerdo con medios afines, habría encargado ya a uno de sus asesores de referencia que comience a trabajar en un pacto con los liberaldemócratas. A pesar de que los sondeos les auguran una debacle que podría llevarlos a perder más de la mitad de su actual representación de 57 diputados, el socio minoritario de la coalición podría volver a jugar un papel clave como partido bisagra.

No en vano, Miliband tampoco los ha descartado como potenciales aliados, algo que sí ha hecho con los nacionalistas escoceses, una formación situada a la izquierda del espectro político y que, según las encuestas, se convertirá en las primeras horas de este viernes en la tercera fuerza en Westminster, una posición que hasta estos comicios habían ocupado los liberaldemócratas.

Su líder, Nick Clegg, quien no tiene asegurado el asiento, de acuerdo con los sondeos, se ha presentado aún así como garantía de la «estabilidad y la decencia», independientemente de con quién negocie su integración en el gobierno. La hoja de ruta que ha anticipado ya es que sus primeros interlocutores será la fuerza que más escaños obtenga.

Economía, UE y sistema sanitario

Ya que la demoscopia reserva este estatus a los 'tories', el principal elemento de fricción entre ambos podría ser el referéndum sobre la continuidad de Reino Unido en la Unión Europea (UE) que Cameron prevé imponer como condición innegociable en cualquier pacto. Como eurófilos convencidos, los de Clegg podrían prever un «elevado precio» por admitir el plebiscito, si bien ya han matizado que no será una línea roja.

En este sentido, el potencial baile de alianzas ante unos resultados que se esperan no concluyentes ha dominado este final de campaña tanto como las promesas con las que los líderes intentaron movilizar a un electorado que apostará a un nivel sin precedentes por formaciones más allá del triunvirato que esta Legislatura ha dominado la Cámara de los Comunes.

Además de los liberaldemócratas, los conservadores tienen como potenciales socios a los unionistas norirlandeses del DUP y a los eurófobos del UKIP, dos formaciones con las que comparte una agenda de derechas y posicionamientos similares en materia de economía. Los laboristas, a la espera de confirmar si el rechazo al SNP se mantiene tras el 7 de mayo –Cameron lo ha calificado esta jornada de «timo»–, podrían, por su parte, liderar una alianza con otras formaciones anti-austeridad como los nacionalistas galeses de Plaid Cymru, o los Verdes.

Con todo, los dos únicos candidatos con opciones reales de acceder al número 10 han querido insistir esta jornada en que todavía aspiran a la mayoría y ambos han tirado de sus argumentos de cabecera para intentar defender su determinación a convertirse en el próximo primer ministro, incluso aunque la demoscopia los aboque a depender de otras fuerzas.

Así, Cameron invocó a la recuperación económica como elemento fundamental para apelar a la continuidad –«aunque todavía queda por hacer, nuestro país es más fuerte que hace cinco años», manifestó– y, sobre todo, para autorizarlo a «concluir el trabajo». «Yo diría que nos quedemos con el equipo que está poniendo las cosas bien», subrayó.

Miliband, mientras, recurrió al tótem que los votantes más identifican con el Laborismo, el Sistema Nacional de Salud (NHS), y advirtió de que una nueva administración conservadora «aupada por los liberal demócratas saqueará las economías familiares y recortará el NHS».

«Esta es la decisión más clara que se le ha presentado a los británicos en una generación: entre un gobierno 'tory' que defiende a unos pocos privilegiados y un ejecutivo laborista que pone a los trabajadores por delante», proclamó, en línea con la dicotomía que ha mantenido desde que en 2010 asumiese el timón de su partido, al que identifica con la mayoría frente a la defensa de una élite exclusiva que atribuye a su rival.

Una vez los colegios electorales cierren este jueves a las 22 horas (una hora más en horario peninsular español), tras 15 horas de votación, comenzará el recuento en las 650 circunscripciones en juego, con los resultados finales previstos para las primeras horas del viernes. De confirmar el escrutinio final las quinielas que apuntan a un parlamento sin mayorías absolutas, comenzará una batalla contrarreloj por asegurar las alianzas estratégicas que permitan formar gobierno.

Así, ser la fuerza más votada, o contar con el mayor número de escaños, no otorga la potestad automática de componer un ejecutivo, ya que la clave que da el acceso al número 10 es qué conglomerado de grupos parlamentarios aseguran la estabilidad al gabinete, una posibilidad que está abierta a todas las fuerzas.

Por ello, uno de los elementos fundamentales en las horas posteriores al veredicto electoral es quién tomará la iniciativa, un rol que los analistas políticos atribuyen a Cameron, de quien se espera que comparezca en Downing Street para proclamar la victoria de los suyos y la legitimidad que un potencial mayor volumen de parlamentarios le otorgaría, según él, para intentar dar forma a un gobierno que debería durar hasta 2020.

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