Se convertirá en el segundo general retirado que dirija la política de Defensa de Estados Unidos en toda su historia y su nominación no ha dejado indiferente a nadie. Donald Trump ha elegido a un general de cuatro estrellas de los Marines retirado con un perfil militar experimentado (y muy admirado) y con una faceta polémica por sus declaraciones públicas, muy acordes con el propio estilo Trump.
“Vas a Afganistán y ves a hombres que pegan a mujeres porque no llevan velo. Es divertidísimo dispararles”. «Sé educado, sé profesional, pero ten un plan para matar a toda la gente que te encuentres«. Son algunas de las frases que muestra a ‘Mad dog’, perro loco, el apodo de Mattis que refleja su agresividad militar, haciendo un juego de palabras con su condición de marine (cuerpo que fue apodado ‘perros del diablo’ por la prensa durante la Segunda Guerra Mundial).
Estas polémicas frases refuerzan la figura militar de Mattis. Este general con 44 años de servicio a sus espaldas tiene ganado el favor de los militares, que destacan su capacidad de liderazgo y su cercanía con sus subordinados. De hecho, tras su nominación por parte de Trump los marines intercambiaron #mattisisms (frases dichas por el general) en las redes sociales, para mostrar su admiración y apoyo al nuevo secretario de Defensa. Goza de tal popularidad en el ámbito castrense que el propio diario ‘The Washington Post’ asegura que no solo se trata de “un conocido militar” sino que habla de “icono” en un artículo en el que muestra la cercanía del general con uno de sus subordinados heridos.
La imagen de militar casi perfecto se refuerza con otro de sus apodos: “Warrior monk”, el monje guerrero, por su conocimiento de la estrategia militar, historia y filosofía, pero también porque el militar de 66 años nunca se ha casado ni ha tenido hijos.
Experiencia en Oriente Medio
El nuevo jefe del Pentágono ha tenido un papel relevante en las operaciones militares de los últimos 20 años en Oriente Medio y ha ocupado cargos de responsabilidad: jefe del comando central del cuerpo de Marines, Comandante Supremo Aliado de Transformación de la OTAN y comandante del Comando Conjunto de EE.UU. Su último puesto fue como jefe del Comando Central de Estados Unidos (el departamento del Pentágono que se encarga de las fuerzas estadounidenses en Oriente Medio), un cargo que ocupó de 2010 a 2013, cargos a los que accedió tras una dilatada experiencia en el campo de batalla y que le convirtió en un experto en la región.
Mattis lideró un batallón de asalto durante la primera Guerra del Golfo en 1991 y, como general de una estrella, estuvo al mando de un grupo operativo en 2001 en el sur de Afganistán, que llevó a cabo un ataque con helicópteros en Kandahar, tras los ataques del 11S. También estuvo en Irak, donde dirigió una división de los Marines durante la invasión de 2003 -allí le apodaron ‘Chaos’ (caos)- y tuvo un importante papel un año después en la Batalla de Faluya.
Durante estas operaciones, también hizo saltar la polémica en alguna ocasión, como cuando defendió un ataque en Irak en 2004 el que murieron 42 personas. EEUU aseguró en ese momento que se trataba de un refugio de los insurgentes pero los testigos aseguraron que se trataba de una boda. “En las guerras ocurren cosas malas. No tengo por qué pedir perdón por la conducta de mis hombres”, dijo en ese momento.
Pero además de su experiencia en el campo de batalla, Mattis es un intelectual, formado en historia militar y estrategia. De hecho, es coautor de un manual de contrainsurgencia junto con el Teniente General David Petraeus, exdirector de la CIA.
“Un par de cervezas y un paquete de cigarrillos”
El bagaje militar de Mattis aportará al inexperto Trump solidez a la hora de definir su política de Defensa, con la que el propio general no coincide en todos los aspectos. En su primer encuentro tras resultar elegido, el presidente electo quedó “sorprendido” de que el general Mattis no defendiera el ‘waterboarding’ (la práctica de tortura para obtener información a los detenidos conocida como submarino en español). Al contrario, el general aseguró que “se puede hacer mejor con un par de cervezas y un paquete de cigarrillos”.
Trump, que le ha elogiado en numerosas ocasiones diciendo de él que es “un verdadero general de generales”, tendrá que aclararse con la postura que tomará su Administración respecto de temas tan polémicos como la OTAN, de quien Mattis es un firme defensor. No en vano, fue Comandante Supremo Aliado de Transformación de la OTAN entre 2007 y 2009.
El general considera que Washington no ha tenido en cuenta lo suficientemente la estrategia militar de Rusia contra sus vecinos, con la anexión de Crimea y el apoyo a los separatistas ucranianos. Un aspecto sobre el que también tendrán que sentarse a hablar el secretario de Defensa y el presidente, que defiende una postura mucho más relajada con Moscú.
También tiene una firme postura respecto a Irán, a quien considera “la amenaza más duradera de Oriente Medio”, mayor aún que Al Qaeda, Siria y el Estado Islámico. De hecho, su abandono de la actividad militar en 2013 se produjo tras perder el favor de la Administración Obama por su desacuerdo con la estrategia con Irán.
Durante sus últimos años de servicio tuvo tensiones con el equipo de Seguridad Nacional de Obama. De hecho, según se acercaba el cierre del pacto nuclear con Irán, Mattis defendió su enfoque de confrontación con el régimen. De hecho, el que será el nuevo secretario de Defensa presionó para dejar dos portaviones en el Golfo Pérsico como fórmula para contrarrestar a Irán.
Paula Pérez Cava