El martes 4 de abril fue el último día de la vida más de 100 personas. Un silbido, una explosión y numerosos daños materiales provocaron la destrucción de la zona noroeste del país. Sin embargo, no fue ese caos el que acabó con sus vidas, sino la aspiración, por última vez, de una aire que terminaría con la vida de un centenar de mujeres, hombres y niños. Esa última respiración hizo que se convirtiera en la última.
Ese día un mortífero ataque con armas químicas sobre la localidad de Jan Shijún, en Siria, provocó la muerte de más de 100 personas. Poco después de evaluar los daños y asistir a los más de 200 heridos, las autoridades locales confirmaron dos días después que los ciudadanos que fallecieron estuvieron expuestos a gas sarín. Debido a este ataque, considerado ya como uno de los peores perpetrados en suelo sirio después de la masacre de Guta en 2013, EEUU decidió este jueves lanzar 59 misiles Tomahawk contra una base siria en respuesta a este ataque. «Cuando matas a niños inocentes, a bebés, con un gas químico que es tan letal… Eso cruza muchas líneas, va más allá de una línea roja. Mi actitud hacia Siria ha cambiado», explicaba Donald Trump el jueves.
Sin embargo, el ataque ha creado alerta en la ONU ya que el régimen de Bachar al Asad se comprometió a eliminar, poco después de la masacre de Gruta, todo su arsenal de armas químicas. De esta manera, este ataque dejaría entrever que Siria continúa teniendo en su poder un gran depósito letal de armas químicas compuestas, principalmente por gas sarín.
Aunque Siria no es la única responsable del uso de armas químicas ya que en mayor medida las actuales grandes potencias han sido las primeras en hacer que estas armas se conviertan en las responsables de miles de muertes. Primero fueron los gases lacrimógenos que en su totalidad fueron usados por casi todos los países en la Primera Guerra Mundial. Finalmente, el 22 de abril de 1915, a las 17:00 de la tarde, Alemania liberó lo que se acabaría conociendo como la primera arma química utilizada en la historia. El gas se liberó y poco a poco formó una nube verde grisácea que se desplazó hasta el lugar en el que se encontraabn las tropas francesas. Éstas huyeron en cuanto comenzaron a divisar cómo se aproximaba la nube. Lamentablemente, muchos de ellos no lograron hacerlo a tiempo. Sin embargo, ni los propios alemanes supieron controlar el arma que acaban de usar ya que casi todos los soldados alemanes que se encontraban por la zona tuvieron que huir ante el acecho de la nube. Comenzaba así una nueva forma de guerra.
Según los expertos, las víctimas que se ven sometidas a la inhalación de un aire contaminado con un gas venenoso, como podría ser el sarín, no solo mueren sino que afrontan sus últimos minutos de vida de la manera más agónica y dolorosa posible. Los que sobreviven siempre tiene secuelas como mutaciones genéticas o enfermedades crónicas que, a largo plazo, acaban con sus vidas, Sin embargo, el efecto no se queda en aquellos que han “sobrevivido” a tal horror sino que sus descendientes también heredan una gran parte de esas secuelas.
Un ataque químico como el que ocurrió en Siria el pasado martes no provoca lesiones externas como quemaduras pero sí signos de asfixia y dificultad respiratoria. Además, los signos post mortem son bastante característicos de este gas ya que las víctimas presentan una tonalidad violeta en la piel así como pupilas contraídas.
Para más inri, muchos químicos temen que el gas utilizado en estos últimos ataques sea aún el más grave registrado hasta ahora. “El gas mostaza usado en la guerra de Irak e Irán provocaba que los afectados tardasen días en morir. Sin embargo, en esta ocasión, las muertes se producían en cuestión de minutos”, explica un excomandante de las Fuerzas Británicas a varios medios internacionales.
Este gas sería el gas sarín, 20 veces más mortal que el gas mostaza, que provoca irritación en los ojos, secreción nasal, visión borrosa, babeo, tos, presión en el pecho, mareos, diarrea, náuseas y, finalmente, la muerte. Aun así, los expertos químicos no están todavía convencidos de que sea el gas serín el que han utilizado en Siria ya que tampoco descartan que el responsable de estas muertes haya sido el gas XV, aún más mortífero. «El informe médico sugiere con firmeza que las víctimas del ataque de Jan Seijun estuvieron expuestas a al menos dos agentes químicos«, confirman desde Médicos Sin Fronteras.
En 1925, la Tercera Convención de Ginebra prohibió la utilización de cualquier gas venenoso como arma. “El uso en guerra de gases asfixiantes, venenosos o de otro tipo, y de todos los líquidos, materiales o dispositivos análogos, han sido justamente condenado por la opinión pública del mundo civilizado”, declaraban en un manifiesto.
Sin embargo, y a día de hoy, muchos de los países firmantes de esta carta aún mantienen toneladas de este tipo de armamento en sus arsenales. Países que en pleno 2017, provocan la muerte de más de 70 inocentes con el uso de estas armas o que hace cuatro años más de 1.400 personas fueran asesinadas con este tipo de gas.
Andrea Morea