Con golpes y arrastrándolo contra su voluntad. Así se deshicieron los agentes de seguridad e un hombre que se negó a aceptar una compensación económica por entregar su asiento, después de que la compañía aérea United Airlines se excediera a la hora de vender butacas. No había hueco, pero hasta cuatro empleados tuvieron que subirse a última hora al avión para aterrizar en Kentucky a tiempo para sus próximos vuelos.
Dos personas aceptaron voluntariamente ceder su sitio. Sin embargo, el resto permanecieron intactas en sus asientos, al margen del error que la propia compañía se tenía que encargar de subsanar. Según ha afirmado una testigo al diario digital www.nj.com, United Airlines optó por seducir a los pasajeros con dinero. Primero 400 dólares y una noche de alojamiento gratuito en un hotel, cifra que poco después doblaron, pero que no terminó de convencer a nadie.
Entonces, los empleados de seguridad, al azar, escogieron a un doctor que tenía planeado realizar el trayecto entre Chicago y Louisville para atender a diversos pacientes. El hombre fue golpeado y posteriormente arrastrado ante la atónita mirada del resto de personas, que escucharon los gritos de dolor, rabia e impotencia del afectado.
Finalmente, después de todo lo ocurrido, el hombre pudo volver a tomar el vuelo 3411, que emprendió su rumbo desde el aeropuerto internacional O’Hare con dos horas de retraso. No es el primer escándalo protagonizado por la compañía, que hace apenas un mes prohibió la entrada a tres chicas con mallas, debido a que habían accedido en condición de familiares o amigos con un descuento importante y requerían llevar otro tipo de vestimenta.
A. Martín