El pasado domingo 2 de julio Pilar Garrido, española residente en México, se hizo una foto con su hijo en la playa de la Pesca, en el estado de Tamaulipas. Ni ella ni su familia se imaginaron que esa sería la última foto que se harían con Pilar ni que unas horas después, dos hombres encapuchados, secuestrarían a ésta haciéndola desaparecer del mapa. Desde entonces, no ha habido ningún rastro que seguir ni se ha pedido un rescate; nada que pueda aportar una pista que pueda aportar algo de información sobre el paradero de la española.
Esta semana se ha cumplido un mes desde que Pilar Garrido desapareciera presuntamente por un secuestro. Garrido volvía con su marido y con su hijo recién nacido de la playa tras pasar el fin de semana en familia. De camino a su casa, un vehículo obligó a parar el Honda Civic que conducía Pilar. Según la declaración del marido, Jorge González, después de que los secuestrados obligaran a todos a bajar del coche, su mujer se negó alegando que tenían un niño, lo que provocó que los atacantes la sacaran a la fuerza del coche y desaparecieran con ella. Tras varias búsquedas, los investigadores encontraron el vehículo en el que supuestamente se vio a Pilar por última vez. Este estaba abandonado en el kilómetro 55 de la carretera de Ciudad Vitoria, a unos 10 kilómetros del lugar del secuestro.
Desde entonces, el mayor avance que se ha producido hasta la fecha ha sido el hallazgo de unos restos óseos y orgánicos en una zona próxima al lugar donde desapareció Pilar. Sin embargo, los forenses todavía no han podido confirmar su procedencia aunque no consideran que se trata de Pilar ya que la descomposición de los huesos no coincide con el tiempo que ha pasado desde que Pilar Garrido fuera vista por última vez por su marido y por su hijo.
A pesar de que la familia denunciase su desaparición como un secuestro, las primeras sospechas se centraron en la implicación del marido. Éste tardó un día en poner la denuncia y, además, los investigadores confirmaron que el coche fue lavado antes de que este se presentara en la comisaría para dar a conocer los hechos. Sin embargo, la Policía ha confirmado la colaboración en todo momento de Jorge González en la investigación por lo que descartan que éste tuviera algo que ver. Además, no hay ninguna prueba incriminatoria en su contra. De hecho, la hermana de la desaparecida, Raquel, ha confirmado en varias ocasiones que la familia “confía plenamente en su cuñado”.
Desde que Pilar desapareciera, los agentes han seguido varias líneas de investigación. La Fiscalía de Tamaulipas se mantiene en la idea de que en realidad no se trata de un secuestro ya que en ningún momento han pedido un rescate, algo nada común en estos casos. Por este motivo, la Policía Federal, la Policía Investigadora de Personas no Localizadas de Tamaulipas y de la Coordinación Estatal de Antisecuestros están coordinando los esfuerzos en la búsqueda de la española de origen valenciano.
Las sospechas aumentaron cuando, pocos días después de la desaparición de Pilar, el diario ‘El Mundo’ publicó que en el interior del coche del Honda Civic se encontraron rastros de sangre. La noticia estuvo circulando durante varios días por varios medios hasta que finalmente el portavoz de seguridad del Gobierno local, Luis Alberto Rodríguez, desmintió la noticia. Raquel Garrido sí confirmó que se hiciera un ‘test’ de luminol en el maletero pero también niega que se encontraran restos de sangre en su interior.
Retrato robot
19 días después, las autoridades mexicanas difundieron el retrato robot de uno de los presuntos secuestradores. Según la descripción de Jorge González, se trataría de un joven adolescente, delgado y moreno de piel. En cuanto al otro hombre, “no pudo verlo bien” declaró la Policía a varios medios de comunicación locales.
Los distintos operativos de búsqueda que peinan la zona en la que Pilar fue vista por última vez informan continuamente a su familia. Sin embargo, Raquel Garrido, residente en España, denuncia que el Gobierno español no ha puesto todo lo necesario para colaborar con las autoridades mexicanas.
Andrea Morea