miércoles, octubre 2, 2024
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Los espías electrónicos de Nicolás Maduro, el amigo americano de Podemos

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Uno de los instrumentos tecnológicos más sofisticados que emplea el SEBIN es el satélite espía Francisco de Miranda que, situado en el espacio a una altura de unos 650 kilómetros, observa, sigue y controla los movimientos de los líderes opositores al régimen, tanto dentro como fuera del territorio de Venezuela.

Dotado con cuatro potentes sensores, el Miranda puede observar cuanto pasa en la superficie terrestre, tanto de día como de noche. Colocado en órbita el 29 de septiembre de 2012 dispone de avanzados sistemas infrarrojos capaces de seguir los movimientos de cualquier vehículo en cualquier parte del mundo.

El principal usuario de las imágenes que brinda el Miranda es el ya citado SEBIN. Y es tal la adhesión incondicional que su máximo responsable, el general Gustavo González López, siente por el régimen chavista, que el presidente Maduro le acaba de ascender al rango de “general en jefe” del Ejército Bolivariano.

Pero ¿qué ocurre con las imágenes satelitales una vez han sido recibidas en tierra? Los foto interpretes del SEBIN estudian, analizan y extraen en detalle la información que contienen las fotos digitales, para confirmar o completar las informaciones que ya han sido obtenidas de los rivales políticos de Maduro mediante seguimientos y escuchas telefónicas.

El dosier obtenido sirve para reprimir y encarcelar a los líderes que tienen la osadía de enfrentarse al régimen instalado por Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro, como es el caso, por ejemplo, de Leopoldo López, Antonio Ledezma, alcalde de Caracas o Daniel Ceballos, alcalde de San Cristóbal.

Hay que recordar que la implantación del régimen chavista en Venezuela contó con el asesoramiento de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y Carolina Bescansa, fundadores de Podemos.

En estos momentos, Maduro y el general González López aguardan a un segundo observatorio espacial de espionaje, cuya puesta en órbita se espera para finales del presente mes de septiembre o principios de octubre, salvo incidencias de última hora.

Denominado Antonio José de Sucre ─otro héroe de la independencia nacional─, se trata de una plataforma espacial más avanzada y con mayores equipamientos a bordo que su hermano mayor, y que está destinado a aumentar la capacidad de vigilancia y control sobre los contactos y desplazamientos de los líderes opositores.

Pero ¿es qué Venezuela dispone de tecnología para fabricar y colocar en el espacio sofisticadas plataformas espaciales dedicadas a misiones de espionaje? Por supuesto que no, los compra “llave en mano” a China, uno de sus países valedores. Fue el fallecido presidente Hugo Chávez quien, en mayo de 2011, abrió las puertas a la cooperación espacial con el gigante asiático.

El nuevo satélite espía es el fruto de un acuerdo firmado con Pekín en octubre de 2014. Construido por la empresa estatal china Gran Muralla, su lanzamiento se producirá desde la base espacial de Jiuquan ─en el noroeste de China, en pleno desierto de Gobi─ mediante un cohete chino CZ-2D, al igual que ocurrió con el Miranda.

La industria espacial china no sólo fabrica y pone en órbita los satélites espía venezolanos. También aporta la tecnología que equipa a los centros de seguimiento y control, adiestra a los ingenieros y personal técnico y, por supuesto, entrena al personal civil y militar responsable de analizar y descifrar las imágenes captadas por los satélites, principalmente del SEBIN y de las Fuerzas Armadas Bolivarianas.

Los gobiernos de Caracas y Pekín también han suscrito un acuerdo por el que los satélites de observación chinos facilitan imágenes al gobierno de Venezuela, lo que permite al SEBIN multiplicar su capacidad de espionaje sobre los líderes opositores al régimen.

Por si la colaboración asiática se desvanece con el tiempo, el gobierno de Maduro ha levantado en la localidad de Borburata, a 220 kilómetros de Caracas, el llamado Centro de Investigación y Desarrollo Espacial Venezolano (CIDE), un complejo en donde Maduro aspira a fabricar mini satélites de observación, telecomunicaciones y de todo tipo.

Una utilización secundaria pero muy importante del Miranda es que aporta imágenes a instituciones oficiales que desarrollan aplicaciones para facilitar una mejor utilización de los recursos agrícolas, la explotación energética y la mejora de la cartografía del país.

Juan Pons es analista de asuntos espaciales y de defensa.

Juan Pons

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