El máximo representante de la Iglesia católica visita Birmania en un momento de crisis humanitaria, debido a la limpieza étnica que el régimen militar que gobierna el país está ejerciendo sobre la etnia musulmana rohinyá.
El Papa Francisco ha llegado esta mañana a Rangún, la antigua capital del país que preside la Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, para encontrarse con los fieles cristianos birmanos, que son cerca de 700.000 personas.
La visita del Sumo Pontífice, quien ha sido recibido por cientos de seguidores a su llegada al aeropuerto, despierta el interés internacional, puesto que el genocidio que se está produciendo en este país es el peor desde los 90 para la ONU y Francisco es famoso por sus valoraciones sociales. De hecho, el pasado mes de febrero ya hizo un llamamiento a la comunidad internacional para poner fin al hostigamiento que sufren los rohinyá.
Este mediodía, el Papa se reúne con el jefe de las Fuerzas Armadas de Birmania, el general Min Aung Hlaing, responsable de la limpieza étnica contra los rohinyá, algo que ya está siendo criticado en las redes sociales. El principal acto del Papa, que quiere llevar un mensaje de perdón y reconciliación al país asiático, tendrá lugar este miércoles en una misa multitudinaria en la antigua capital birmana.
La Iglesia birmana ya ha solicitado al Papa que evite utilizar el término rohinyá.
El portavoz de la Conferencia episcopal de Myanmar (CBNM), Mariano Soe Naing, afirmó la semana pasada que la relación con los ciudadanos budistas es «muy buena», y que los «problemas podrían surgir si el Santo Padre utilizará el término rohinyá».
Tras su paso por Birmania, el Papa se encontrará con los fieles católicos en Bangladesh, país que ha acogido a los más de 620.000 rohinyás que se han visto obligadas a abandonar su país, desde que el pasado mes de agosto los militares iniciaran un genocidio contra dicha etnia. En Dacca se reunirá con los representantes de la Iglesia bangladesí y con los de los rohinyá.
Marta de la Fuente