Con los grandes avances tecnológicos que se han experimentado a lo largo de los años, cada vez somos más conscientes de que las máquinas son el futuro de nuestra sociedad. En la actualidad ya han conquistado gran parte de los terrenos profesionales por las numerosas ventajas que aportan, entre ellas una mayor rapidez y eficacia en los trabajos. Sin embargo, esto se ha puesto en entredicho tras un caso que se ha producido en un supermercado de Escocia, donde los miembros del equipo han experimentado una vivencia contraria.
Este proceso comenzó con la idea de colaborar en un experimento llevado a cabo por la BBC. El supermercado decidió colaborar e incorporar como miembro de la plantilla a un robot llamado 'Fabio' durante un mes. Su función principal era la de dar la bienvenida a los clientes, responder a las preguntas e indicarles dónde podían encontrar los productos que buscaban. La idea, que en un principio resultó de interés para los encargados del establecimiento por los grandes beneficios que podían traer consigo como proporcionar una buena imagen y acontecer un hecho novedoso, se convirtió en todo lo contrario a medida que pasaban los días.
Siempre se ha pensado que las máquinas inteligentes ahorran tiempo a la hora de realizar las actividades pero esto no fue lo que sucedió con Fabio. El sistema comenzó a fallar cuando la música que ambientaba el local y los constantes ruidos impedían que escuchara las preguntas de los clientes y esto provocaba que el robot ofreciera respuestas erróneas e incoherentes.
Además, muchos clientes aseguraron que les daba «mal rollo» y evitaban pasar por delante de él. Lo que pretendía ser una estrategia para llamar la atención de los consumidores se convirtió en una excusa de los clientes para no comprar. Debido al compromiso que tenían, decidieron reducir sus funciones para que su trabajo se basara en repartir muestras de carne de cerdo. A pesar de esto, no era capaz de realizar correctamente sus funciones por lo que se ha calificado al robot como «incompetente» y su actividad como «ineficaz».
A pesar de que este suceso parezca surrealista, al igual que ocurre con los humanos, al finalizar su contrato, decidieron prescindir de sus servicios. Las máquinas cada vez resultan más similares a las personas aunque por ahora no están capacitadas para realizar algunas labores profesionales como estas. Sin embargo, Fabio levantó sensaciones entre los empleados, los cuáles aseguran haberle cogido cariño durante su estancia.
Ana Paredes