lunes, noviembre 25, 2024
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Qatar utiliza la crisis de Arabia Saudí para hacerse con el mercado de armas europeo

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El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en manos de Arabia Saudí ha provocado un auténtico revuelo en la región y ha puesto en jaque unas relaciones internacionales que ya eran especialmente delicadas. Para los analistas especializados en el mundo árabe, el silencio de Qatar, primer aliado turco, ante la crisis política que sufre el país pone de manifiesto la debilidad del presidente Recep Tayyip Erdogan, así como el afán de Doha de adquirir un papel más relevante en las relaciones internacionales europeas.

En agosto, el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani, el aliado regional más cercano a Erdogan, prometió invertir 15 mil millones de dólares, incluidos 3 mil millones en canjes de divisas, para ayudar a estabilizar la economía turca después de que la crisis con Estados Unidos Unidos amenazara la economía del país. Pero las promesas de apoyo financiero a Erdogan han parecido esfumarse desde que estalló una tormenta política sobre la muerte de Khashoggi en Estambul el 2 de octubre.

Turquía y Qatar disfrutaron de un resurgimiento de sus relaciones debido al apoyo mutuo a los Hermanos Musulmanes en toda la región, en un claro desafío a Arabia Saudita. Los dos países respaldaron a Mohamed Morsi, un político que venía de la mano de la Hermandad Musulmana que fue elegido presidente de Egipto en 2012 y expulsado por el ejército en 2013. También comenzaron a patrocinar grupos de militantes en Siria que luchan para derrocar al presidente Bashar al-Assad después de una insurgencia armada comenzó en 2011.

“Pero en los años que siguieron, estos dos países se volvieron más marginados a nivel internacional, ya que Turquía se convirtió en un estado casi paria debido a la creciente tiranía de Erdogan y los abusos contra los derechos humanos, mientras que Qatar se encontraba aislado por sus vecinos, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein , Arabiay Egipto, por apoyar a grupos terroristas”, explica Mark Bentley, analista internacional especializado en el mundo árabe.

El aislamiento político y económico de Qatar ha hecho que se mueva con cautela cuando se trata del caso de Khashoggi. La estrategia es clara: los países europeos pueden dejar de vender armas a Arabia, pero no pueden despreciar su industria militar, así que las ventas se derivarán a un tercer país. Ahí es donde quiere entrar Qatar. Manteniéndose en un segundo plano, quiere que Europa olvide el pasado y recuperar así el comercio de armas que se dificultó tras el boicot de sus vecinos.

De esta manera, desde el inicio de la crisis con sus poderosos vecinos del Golfo, que lo han boicoteado, el rico emirato de Qatar ha procedido a realizar frenéticas compras de armas, para demostrar que sigue haciendo negocios con Occidente. Y ahora es la oportunidad perfecta para continuar con esta política.

Arabia Saudita y sus aliados rompieron hace más de un año todas sus relaciones con Doha, a la que acusar de apoyar a grupos extremistas y de acercarse a Irán, gran rival de Riad. Desde entonces, Qatar anunció la firma de una serie de contratos militares por un valor total de 20.000 millones de euros (25.000 millones de dólares). «Aunque los gastos en defensa de Qatar hayan aumentado en los últimos años, esta aceleración parece vinculada con la crisis», opina David Roberts, profesor del King’s College de Londres.  Como referencia, hasta 2013 Qatar gastaba 3.000 millones de dólares por año en Defensa, según el Instituto internacional de investigación sobre la paz de Estocolmo. Solo tras el inicio de la crisis, Doha compró aviones caza F-15 a Estados Unidos, y en diciembre de 2017 el emirato firmó un contrato para la adquisición de 12 aviones de combate Rafale suplementarios, durante una visita del presidente francés Emmanuel Macron. También ha confirmado un pedido de siete navíos de guerra a Italia, e inició negociaciones para comprar sistemas rusos de defensa antiaérea S-400.

Pese a los esfuerzos de Qatar para reforzar su ejército, sus capacidades militares siguen siendo menores que las de Arabia Saudita y de Emiratos Árabes. Sin embargo, desde Carol McKenzie, analista de Harvad ha advertido que las recientes sanciones a Arabia, en caso de ser secundadas por Estados Unidos, podrían dar un giro de 360º en el equilibrio de poder de la región. “Hay que ser cautelosos y analizar al detalle las consecuencias que estos cambios podrían traer”, concluye.

Bárbara Baron

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