La semana pasada, Arabia Saudí prometió tomar represalias contra la medidas de castigo que se pudieran adoptar vinculadas al asesinato de Khashoggi, lo que desató el miedo a que Riad pudiera usar su arma más potente, el petróleo. En ese contexto, el Gobierno decidió no frenar la venta de armas a la monarquía saudí. La Comisión abogó por una solución tibia y pidió reforzar los controles del material exportado a otros países para garantizar que no se utiliza vulnerando los derechos humanos ni la legislación internacional.
La dependencia energética de España con Riad es cada día mayor. Solo en lo que va de año las compras de petróleo a Arabia se han disparado hasta el 23%, provocando que uno de cada 10 litros del carburante que se consumen en España tenga su origen en los campos saudíes. Solo con subir un dólar por barril, supondría un impacto de unos 350 millones de euros para la economía española.
En este sentido, España importa el 98% de los combustibles fósiles que consume, un porcentaje que es muy superior al de la media de la Unión Europea, del 73%, y que sitúa al país entre los diez Estados miembros con una mayor dependencia de las importaciones de petróleo, carbón y gas, según un informe de Eurostat.
En conjunto, la dependencia de la UE de las importaciones fósiles se ha incrementado en los últimos quince años en veinte puntos, desde el 53% que se registró en 1990 hasta el 73% de 2015. En ese periodo, la dependencia de España ha aumentado desde el 81% hasta el 98%. Así, los combustibles fósiles siguen siendo la principal fuente de energía en la UE, representando un 73% del total, a pesar de que su cuota se ha reducido en diez puntos desde 1990. En este periodo, el peso de estas fuentes ha caído con respecto al consumo energético total, pero sólo en Suecia (30%), Finlandia (46%) y Francia (49%) supone menos de la mitad. En España, los combustibles fósiles representan el 74% del consumo de energía.
Tal ha sido el revuelo causado por la amenaza saudí que Khalid Al Falih, ministro de Energía, Industria y Recursos Minerales, ha tenido que salir al paso y asegur que no hay intención alguna de repetir el embargo petrolero de 1973. Una estrategia llevada a cabo por Riad y sus aliados regionales con la que restringieron los suministros a EEUU y Europa en venganza por el apoyo de estas regiones a Israel en la guerra del Yom Kipur, que enfrentó a Israel con Siria y Egipto.
Las restricciones a la exportación de petróleo impuestos por ese grupo de países productores hizo que el barril de oro negro pasase desde los 3 hasta los 12 dólares. En los años 70 EEUU producía petróleo pero ni mucho menos era un jugador tan importante en el mercado como en la actualidad. Este encarecimiento del oro negro llevó al país a vivir una importante recesión que se extendió hasta mediados de 1975.
Sin embargo, Arabia sigue jugando a la ambigüedad para evitar las sanciones en cuanto a venta de armamento. En una entrevista con la agencia rusa de noticias ‘Tass’, el ministro saudí ha asegurado que no puede dar «ninguna garantía» de que el mercado del petróleo permanezca «equilibrado» durante los próximos meses. «Lo que puedo decir es que podemos elevar la producción, si fuera necesario, hasta los 12 millones de barriles por día», ha subrayado Falih. Asimismo, ha añadido que es «probable» que en el «futuro cercano» el bombeo petrolero llegue a los 11 millones de barriles «de forma estable».
Arabia Saudí ha estado invirtiendo recientemente para aumentar su capacidad de producción. Las últimas estimaciones señalan que el reino tienen preparados 17.000 millones de dólares para aumentar este propósito, ahora que países como Venezuela o Irán están sufriendo fuertes caídas de su bombeo, la primera por la debacle económica del país, y el segundo por las sanciones impuestas por EEUU. «En los últimos tres o cuatro meses nos hemos coordinado con Rusia para elevar la oferta, porque en mayo de este año hubo mucho estrés en el mercado debido a la falta de petróleo, especialmente por las sanciones y reducciones en algunos países, como en Venezuela o México», ha explicado Falih.
Fuentes de Industria señalan que el petróleo es un arma muy poderosa de presión económica, que Arabia sabe cómo usarla. “Arabia ha sido siempre el primer productor de crudo –aunque este año ha sido superada por EE.UU.–. A pesar de ello, tiene el 13,5% de la producción mundial, un cambio en la política petrolera de Arabia y el mundo entero sufrirá las consecuencias. En un momento de desaceleración económica, una nueva crisis sería fatal. No es un tema con el que se pueda jugar”, concluyen.
Bárbara Baron