Evo Morales en Bolivia y Nicolás Maduro en Venezuela son los remanentes de una época en la que líderes políticos de izquierda estuvieron al mando de la mayor parte de Sudamérica, un periodo que fue bautizado por Hugo Chávez como el socialismo del siglo XXI y que ha mostrado diversos finales en la región.
En el caso específico de Bolivia y Venezuela la diferencia es dramáticamente antagónica. Mientras millones de venezolanos salen de su país escapando de la crisis económica, política y social que lo aqueja desde hace por lo menos un lustro, el gobierno de La Paz ha sido alabado en diversas oportunidades por el manejo que ha conducido al país a una bonanza económica nunca antes vista en su historia.
¿Por qué ambos países tuvieron destinos tan diferentes si fueron conducidos -teóricamente- bajo la misma ideología?
Antes de abordar a fondo las diferencias entre Bolivia y Venezuela debemos repasar las similitudes entre Morales y Maduro. El líder boliviano, el primer dirigente indígena en gobernar el país altiplánico, es uno de los pocos aliados que le quedan al dictador venezolano en la actualidad.
Ambos son confesos admiradores de la política antiimperialista del fallecido líder cubano Fidel Castro y Morales no ha dudado en comparar a su contraparte venezolana con la figura histórica de Simón Bolívar.
Ambos, además, han encontrado la forma de perpetuarse en el poder haciendo uso de un sistema judicial cuestionado por la comunidad internacional.
En el caso de Maduro, con el cierre de la Asamblea Nacional controlada por la oposición y el establecimiento de una Asamblea Constituyente que la reemplazó en funciones.
En el caso de Morales, con una polémica sentencia desde la Corte Suprema que ignoró al referéndum al que fue sometida su intención de postularse a la reelección, tras casi 14 años en el poder.
Sin embargo, regresando a las diferencias, mientras Venezuela supera todos los límites posibles en cuanto a inflación de costos en sus productos y escasez de los mismos, en los últimos años se ha alabado en más de una ocasión el denominado milagro económico boliviano.
“Dudo que se pueda hablar del ‘milagro boliviano’, más parece un exceso retórico. Sí, es verdad que en Bolivia el manejo de la economía ha sido más sensato y no se ha llegado a los extremos de irracionalidad de la política de Chávez y Maduro, pero es inconcebible que Bolivia, bajo este mismo gobierno, hubiese perdido una oportunidad única e irrepetible de utilizar los ingentes ingresos de la exportación de gas natural para financiar un proyecto de desarrollo nacional de largo plazo, con cambios estructurales para un crecimiento sostenido”, explica a El Comercio el sociólogo y analista boliviano Henry Oporto.
Oporto, quien también es director de la fundación Milenio, reconoce que entre los mayores aciertos de Morales está haber mantenido la inflación bajo control y equilibrar las cuentas fiscales durante los casi 14 años en el poder.
Aunque recalca que un factor determinante fue la coyuntura excepcional de precios extraordinarios de las materias primas.
La razón detrás del buen manejo económico boliviano es producto del aprendizaje que tuvieron sobre uno de los periodos más duros en el país, bajo el gobierno de Hernán Siles.
“En los años 80, en Bolivia tuvo lugar un gobierno de izquierda y llegamos a tener la cuarta hiperinflación más grande en la historia del mundo, eso marcó a la izquierda boliviana por muchos años. Tanto así, que personalidades que habían servido en ese gobierno, que luego han trabajado con Evo, trajeron esa herencia y ese temor de que la economía podría ser su lugar de derrota”, detalla para El Comercio el analista político boliviano Gonzalo Mendieta.
“Esa cultura más prudente y menos heterodoxa le viene a Evo de ahí. Evo trató de manejarse de otra manera, que no fue la corriente de otros gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Por ejemplo, en Argentina los Kirchner nacionalizaron Repsol y Evo, en los mismos años, llegó a un acuerdo con Repsol que sigue explotando los recursos gasíferos. Evo es pragmático, tiene un verbo muy ácido pero en los hechos no es tan extremo”, añade.
Sumado a ello, Oporto considera que la estrategia de inclusión social implementada por Morales le sirvió para fortalecer sus bases.
“El ascenso de Evo y el MAS al gobierno ha propiciado la incorporación de sectores indígenas, campesinos y trabajadores urbanos y de clase media baja a esferas de poder político. Este cambio político ha coincidido con el super ciclo de las materias primas que ha impulsado el crecimiento de la economía y le ha dado al país estabilidad social y política. Estas dos circunstancias explican el éxito político de Evo Morales y su prolongada permanencia en el poder”.
Sombras sobre La Paz
Los principales cuestionamientos sobre Morales han venido desde el frente político y social. La decisión que más caro le podría costar en las próximas elecciones fue haber ignorado el referéndum al que convocó en el 2016 y en el que la mayoría votó en contra de una nueva postulación.
Sin embargo, en el sector económico el piso también parece tambalearse. Durante los años de bonanza, Bolivia logró reducir en un tercio sus tasas de pobreza según el Fondo Monetario Internacional.
No obstante, este periodo concluyó en 2014 y se tradujo en una disminución del crecimiento económico.
Además, un informe reciente de la Cepal advierte que del 2015 al 2017 la pobreza extrema pasó de 14,7% a 16,4% en Bolivia, mientras que la pobreza vio un incremento de 35% a 35,2% en el mismo periodo.
“Finalizada la bonanza exportadora, Bolivia vuelve a mostrarse como una economía atrasada y escasamente competitiva, muy vulnerable a las fluctuaciones de los precios de los commodities y altamente dependiente de importaciones y en la que lo que más crece es la informalidad y la economía ilegal”, explica Oporto.
“Lamentablemente, Bolivia no ha construido un sistema de protección social que pueda evitar que muchos bolivianos recalen en el ciclo de la pobreza”.
Otro factor que preocupa al analista es que el déficit fiscal del país mantiene una curva de crecimiento en los últimos cinco años.
“En 2018 el déficit fiscal fue de 8.1% del PBI, extremadamente alto para cualquier economía; este año será incluso superior a esa cifra. Estos déficits se financian con pérdidas de reservas internacionales y endeudamiento público creciente, que pueden alcanzar niveles críticos. Se suma a ello la persistente reducción de los volúmenes de producción de gas y de minerales, que pone en manifiesto el debilitamiento de la capacidad productiva de dos sectores económicos fundamentales, además de la caída de los precios internacionales”.
Ante el escenario electoral que convocará a los bolivianos a las urnas este domingo para elegir entre la continuidad de Morales en el poder o el ingreso de un nuevo mandatario, Oporto no se muestra optimista, principalmente porque asegura que ningún candidato ha definido un camino a seguir en el sector económico.
“La economía no ha sido tema de debate en esta contienda electoral. El oficialismo ha ocultado los problemas, al punto que acaba por creerse sus propias mentiras. Los candidatos opositores, por su parte, han eludido la discusión económica, quizá por sus carencias en cuanto a propuestas concretas”, dice.
“Nuestra economía requiere de nuevos motores de crecimiento que no pueden ser otros que la inversión privada, la diversificación productiva, la innovación y la productividad. Lo que no sabemos es si el próximo gobierno podrá encarar esta agenda de reformas estructurales”.
Oporto añade que la única forma de evitar un escenario como el que enfrentan Lenín Moreno en Ecuador o el que encaró Mauricio Macri en Argentina, tras los gobiernos de Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner respectivamente, es trazando un programa económico determinado.
“Y cuanta menos claridad exista en las definiciones políticas y más se aplacen los remedios, el tratamiento puede ser mucho más doloroso. Es la lección de las experiencias de Argentina y Ecuador”.
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