Las dos víctimas eran Winona Langford, una australiana de 17 años, y Hayden Marshall-Inman, una guía turística de Nueva Zelanda de 40. Los expertos creyeron en un primer momento que sus cuerpos podrían estar en aguas cercanas a la costa y podrían ser arrastrados hacia la punta norte de la isla.
No obstante, según ha anunciado la Policía de Nueva Zelanda, los equipos médicos y forenses apuntan a que las dos mujeres perecieron en la misma isla, también conocida como Whakaari, el 9 de diciembre. La búsqueda de los dos cuerpos se canceló en vísperas del Día de Navidad.
Por tanto, el número de víctimas mortales oficiales ha ascendido a 20. La mayoría de aquellos que han logrado sobrevivir todavía están recibiendo tratamiento en unidades de quemados en hospitales de Nueva Zelanda y Australia.
La agencia encargada de la observación de la actividad sísmica y volcánica en Nueva Zelanda, Geonet, ha informado de que la lava se ha hecho visible en los respiraderos que se crearon tras la erupción, pero, y pese a que el volcán muestra un «elevado estado de inquietud», no hay riesgo de que vuelva a erupcionar.
En el momento de la erupción había 47 personas en la isla, de las cuales 24 eran de Australia, nueve de Estados Unidos, cinco de Nueva Zelanda, cuatro de Alemania, dos de China y otras dos de Reino Unido y una de Malasia.
La tragedia ha levantado una fuerte polémica en Nueva Zelanda hacia la industria turística y las autoridades locales, a las que se critica por haber permitido a los turistas tener acceso a una isla con un volcán oficialmente en activo.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha explicado que las investigaciones por parte de las autoridades, así como de los médicos forenses, podrían alargarse un año y que, dependiendo de los resultados, podría haber sanciones penales de hasta cinco años de cárcel.
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