El misterio sobre la utilidad de la edificación pétrea construida en el siglo XV sigue palpitando en el siglo XXI. ¿Sitio ceremonial, fortaleza militar o refugio para las élites incas gobernantes? O todo ello. Lo cierto es que su sorprendente y estratégica ubicación en lo alto de una empinada montaña en ceja de selva, rodeada por el turbulento río Urubamba, se presta a la especulación universal.
“Los académicos aún se esfuerzan por descubrir pistas sobre los misterios ocultos aquí en lo alto de las laderas orientales de los Andes, cubiertos de bosques tropicales de la cuenca alta del Amazonas. Machu Picchu parece estar en el centro de una red de sitios y senderos relacionados, y muchos puntos de referencia tanto artificiales como montañosos parecen alinearse con eventos astronómicos como la puesta de sol del solsticio. Los incas no tenían lenguaje escrito, por lo que no dejaron constancia de por qué construyeron el sitio o cómo lo usaron antes de que fuera abandonado a principios del siglo XVI”, indica la prestigiosa publicación internacional.
National Geographic Traveler resalta las habilidades de ingeniería del paisaje en Machu Picchu. Los edificios, muros, terrazas y rampas del sitio recuperan el terreno montañoso empinado y hacen que la ciudad se mezcle naturalmente con los acantilados rocosos en los que se encuentra.
“Las más de 700 terrazas preservaron el suelo, promovieron la agricultura y sirvieron como parte de un extenso sistema de distribución de agua que conservaba el agua y limitaba la erosión en las laderas empinadas”, subraya.
Remarca que los logros y las habilidades de los incas son aún más impresionantes teniendo en cuenta que cuando se construyó Machu Picchu, hace unos 500 años, la civilización inca desconocía el hierro, el acero y la rueda. “Aparentemente, su enorme esfuerzo benefició a relativamente pocas personas; algunos expertos sostienen que en Machu Picchu vivían menos de 1,000 personas”, expresa.
En 1911, un guía peruano condujo al profesor de la Universidad de Yale, Hiram Bingham, a una empinada ladera de la montaña y a los libros de historia como el primer erudito occidental que vio la «ciudad perdida» de Machu Picchu. Si bien los pueblos indígenas conocían el sitio, los conquistadores españoles del Perú nunca lo hicieron, un hecho que ayudó al aislamiento y la preservación de Machu Picchu a lo largo de los siglos.
Hoy Machu Picchu está lejos de estar aislado. De hecho, es una visita obligada para cualquier visitante de Perú y el sorteo que obliga a muchos a viajar a esa nación. El desafío de gestión de Machu Picchu es la preservación del sitio mientras lo hace accesible para todos aquellos que esperan experimentar una parte increíble de la historia inca.
En su primer viaje al sitio, Hiram Bingham caminó durante seis días. Hoy en día, muchos eligen seguir sus pasos caminando hacia el complejo, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1983, a través del legendario Camino Inca. “Es una experiencia como ninguna otra, pero ya no es necesaria. Los viajes en tren desde Cusco toman solo unas pocas horas”, afirma National Geographic Traveler.
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