Fuentes de la Administración del presidente, Donald Trump, han revelado bajo condición de anonimato que esta es la conclusión que se recoge en un informe clasificado realizado por las agencias de Inteligencia para la Casa Blanca.
Así, en declaraciones a la agencia de noticias Bloomberg, han afirmado que, en gran medida, el recuento de casos y fallecidos por COVID-19 en China se encuentra «intencionadamente incompleto».
Según Pekín, son 3.316 los muertos y más de 82.000 los infectados en el gigante asiático.
El brote de coronavirus se originó en la provincia de Hubei a finales de 2019.
En comparación con los 189.000 casos confirmados y más de 4.000 muertos de Estados Unidos, varias fuentes gubernamentales han asegurado que los datos chinos son falsos.
A pesar de que China ha impuesto medidas de cuarentena más severas que otros países, la opinión pública internacional ha mostrado su escepticismo sobre los datos recabados. El Gobierno chino, por su parte ha revisado en diversas ocasiones su metodología.
Deborah Birx, la asesora de la Casa Blanca en materia de inmunología, ha alertado de que los datos proporcionados por China influyeron a la hora de gestionar la información sobre la naturaleza del virus al inicio de la epidemia.
«La comunidad médica interpretó los datos chinos de la siguiente manera: esto es serio pero no tan grave como muchos piensa», ha aseverado antes de recalcar que esto se debió, en parte, a que «faltaba un significativo número de datos».
El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha pedido públicamente a las autoridades chinas y los gobiernos de otros países que sean transparentes con los datos sobre la pandemia. En este sentido, ha acusado a Pekín de mirar para otro lado y ocultar la gran extensión del problema. «Insto a todas las naciones: haced lo posible por recabar la información y lo posible por compartirla», ha afirmado
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