«Es muy probable que la economía global experimentará la peor recesión desde la Gran Depresión (de 1930), sobrepasando la crisis financiera global de hace una década», explicó Gita Gopinath, la economista jefe del FMI, en rueda de prensa.
Como comparación, precisó, la crisis financiera de 2009 provocó una caída del crecimiento económico global de apenas el 0,1 %.
«Mucho peores resultados en el crecimiento son posibles y puede que incluso probables (…) La magnitud y la velocidad del colapso de la actividad no se parece a nada de lo que hemos visto en nuestras vidas», agregó Gopinath, al alertar sobre el «elevadísimo nivel de incertidumbre».
El escenario base del Fondo contempla una gradual recuperación a partir del segundo semestre del año, con un crecimiento estimado del 5,8 % para la economía global, a medida que la pandemia comienza a retroceder.
Pero, por ahora, las previsiones son de un derrumbe económico generalizado en todo el planeta: el producto interior bruto del Reino Unido caerá un 6,5 %; en Rusia, un 5,5 %; en Sudáfrica, un 5,8 %; Turquía retrocederá en un 5 %, y Arabia Saudí un 2,3 %.
Solo mantendrán un crecimiento positivo, aunque con revisiones contundentes a la baja, los dos grandes gigantes asiáticos: China, que crecerá un 1,2 % este año; e India, que se prevé lo haga un 1,9 %.
El organismo bautizó la crisis como «El Gran Cierre» debido a las medidas de confinamiento y restricciones de movilidad en gran parte del mundo para contener la pandemia.
Asimismo, recalcó que «hay un cierre de facto de una porción significativa de la economía» y que «las alteraciones domésticas se extienden a través de los socios comerciales por los vínculos de intercambio y la cadena de valor, lo que se suma a los efectos generales macroeconómicos».
Gopinath, a la par, advirtió sobre las modificaciones económicas estructurales de cara al futuro que dejará esta crisis.
El paisaje económico se verá alterado de manera significativa mientras dure la crisis y posiblemente después, con una mayor participación de los gobiernos y los bancos centrales en la economía», anticipó.
La evolución dependerá, no obstante, de «los cambios en el comportamiento de los consumidores, el drástico ajuste de los mercados financieros, las pérdidas de productividad, la confianza de los consumidores, y la extrema volatilidad de las materias primas».
En las últimas semanas, el Fondo ha recibido «un número sin precedentes» de solicitudes de asistencia financiera de emergencia, con más de 90 países de los 189 que lo componen llamando a las puertas de la institución para recibir respaldo.
Kristalina Georgieva, directora gerente de la institución, advirtió la pasada semana que si bien la pandemia está afectando tanto a países avanzados como en desarrollo, regiones como Latinoamérica, África o Asia tienen mayor riesgo debido a sus frágiles economías y sistemas de salud.
De hecho, subrayó que «en los últimos dos meses han salido flujos de capital de los mercados emergentes por valor de 100.000 millones de dólares, un volumen más de tres veces mayor que en el mismo periodo de la crisis financiera global.
El organismo celebra esta semana, junto con el Banco Mundial, su tradicional asamblea de primavera, pero en esta ocasión adoptará un formato virtual debido al coronavirus
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